Lazarus y Folkman (1986) definen al estrés como una relación que se establece entre la persona y el ambiente. Es decir, el estrés se produce cuando el individuo evalúa al entorno como amenazante o desbordante de sus recursos para hacerle frente, peligrando así su bienestar.

Por lo tanto, el estrés va a depender de cómo es percibida o valorada cierta situación, más que del tipo de situación en sí misma. Precisamente, por eso no todas las personas reaccionan del mismo modo ante las mismas situaciones.

Estrés escolar

El estrés escolar puede ser entendido como la respuesta del organismo a los estresores que se dan dentro del espacio educativo y que afectan directamente el rendimiento de los alumnos. Si un alumno evalúa que los requerimientos o exigencias que se le plantean en una situación escolar determinada exceden sus competencias, se va a sentir estresado (Dávila, & Guarino, 2001). Los niños y adolescentes se enfrentan en el ámbito escolar a situaciones de alta demanda como lo pueden llegar a ser las situaciones de evaluación académica.

El estrés puede desencadenar síntomas físicos, psicológicos y conductuales en el alumnado, tales como: atención dispersa, bloqueos, desorganización del curso del pensamiento, tensión muscular, sequedad de boca, temblores, sudoración, entre otros.

Cómo ayudar a manejar el estrés de mis alumnos

Desde las neurociencias se recomienda en primer lugar poder tranquilizar al alumno de manera serena y cariñosa, liberando así la oxitocina que contrarresta la secreción del cortisol. Una vez que se ayuda a disipar las emociones desagradables con afecto, se sugiere colaborar en ponerle nombre a lo que le pasa y siente (Álvarez, 2017). Por otro lado, cuando un alumno se encuentre bloqueado con el contenido, es beneficioso darle un espacio para salir a tomar agua y descontracturarse para volver a retomar la evaluación más tarde. También es atinado ayudarlo con una breve introducción a la temática a desarrollar, en caso de que no pueda comenzar con la respuesta espontáneamente. Finalmente, recordar que emplear diversos formatos y modos de evaluación les dan la posibilidad a los estudiantes de poder expresar lo que aprendieron. Diferentes métodos y varias instancias pueden ser más representativas del proceso de adquisición de un aprendizaje, que sólo evaluar en una sola instancia de una única manera.

  • Alvarez, C. (2017). Las leyes naturales del niño: La revolución de la educación en la escuela y en casa. Madrid: Aguilar Editorial.
  • Dávila, B., & Guarino, L. (2001). Fuentes de estrés y estrategias de afrontamiento en escolares y venezolanos. Interamerican Journal of Psychology, 35(1), 97-112.
  • Lazarus, R. & Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos. Barcelona, ​​ES: Ed. Martínez-Roca.