Tener en cuenta las emociones dentro del aula es tan importante como saber leer y escribir.
Emoción y aprendizaje: dos caras de una misma moneda
El aprendizaje también depende de las emociones. Las emociones positivas son la base para conseguir un aprendizaje efectivo y duradero.
Las emociones influyen en la adquisición, almacenamiento y recuperación del conocimiento. Asimismo, afectan directamente la motivación y, por lo tanto, repercuten sobre el proceso de aprendizaje (Carminati de Limongelli & Waipan, 2012).
La información recibida es modulada por las emociones, generando en consecuencia, una disposición positiva o negativa hacia el aprendizaje (Maya & Rivero, 2010).
Por otro lado, las emociones también dirigen y regulan procesos cognitivos, como la atención y la memoria. Pueden organizar o desorganizar la actuación de los estudiantes, así como también pueden activarlo o inhibirlo (Ortiz, 2015).
Las emociones en la escuela
Históricamente, dentro del proceso educativo no se han tenido en cuenta las emociones en forma explícita y consciente dentro del proyecto educativo. Por el contrario, se ha priorizado la enseñanza de los aspectos intelectuales y cognitivos por encima de los emocionales. Inclusive, se han entendido y considerado por separado. Y esto pareciera acentuarse más a medida que se avanza en la educación formal. Sin embargo, las emociones siempre han estado presentes y se les debería asignar el lugar que les corresponde para asegurar el desarrollo integral de las personas (Fox, 2013).
Tener en cuenta las emociones dentro del aula es tan importante como saber leer y escribir. Las emociones son parte integral del aprendizaje e impregnan de significado todo lo que se enseña. Por lo tanto, es imprescindible tenerlas en cuenta a la hora de planificar. El sistema límbico reacciona frente a cualquier amenaza (real o imaginaria). Por esta razón, un ambiente sin estrés, alegre y confiable, garantiza un aprendizaje permanente (Carminati de Limongelli & Waipan, 2012).
Reflexiones finales
Es imprescindible que las emociones formen parte de la currícula escolar y puedan trabajarse dentro de la comunidad educativa. Esto puede ser la clave para que los diferentes actores de la comunidad educativa puedan tener experiencias saludables y exitosas.
- Carminati de Limongelli, M. & Waipan, L. (2012). Integrando la neuroeducación al aula. Buenos Aires: Bonum.
- Fox, S. (2013). El impacto de las emociones en el aprendizaje. En Rattazzi, A., Fox, S. & Peire, J. (Ed.), El cerebro que aprende: una mirada a la educación desde las neurociencias (pp. 109-131). Buenos Aires: Aique.
- Maya, N., & Rivero, S. (2010). Conocer el cerebro para la excelencia en la educación. Zamudio: Innobasque.
- Ortiz, A. (2015). Neuroeducación: ¿cómo aprende el cerebro y cómo deberían enseñar los docentes? Bogotá: Ediciones de la U.
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