“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras” Hebreos 10:24, Nueva Versión Internacional online.

En educación, para lograr los aprendizajes esperados, se considera necesario el desarrollo de un trabajo mancomunado de la tríada estudiantes, docentes y padres/apoderados, la que bien realizada contribuirá con los objetivos educativos propuestos. Por ello, es importante tomar en cuenta algunos aspectos que pueden favorecer este trabajo conjunto.

En primer lugar, es relevante observar algunos de los roles que cada una de las partes debe cumplir. Por ejemplo, la institución educativa, que en este caso es representada por los docentes, es la encargada de proveer los contenidos exigidos por el gobierno de cada país y, al mismo tiempo, es quien debe incentivar y/o motivar el trabajo en conjunto con la familia para favorecer los aprendizajes de los estudiantes.

La familia es el contexto más cercano e inmediato del estudiante, que favorece la socialización y la seguridad y facilita los aprendizajes en los niños y niñas, por lo que es también el soporte afectivo, psicológico, económico. Además, los padres, como representante de los hijos y/o pupilos, idealmente son quienes manifiestan interés y disposición para apoyar lo que sea necesario en función del logro exitoso de los aprendizajes.

Finalmente, los estudiantes cumplen el rol de aprendices activos y protagonistas de su propio saber. Por lo tanto, se entiende que, para que se cumpla lo anteriormente mencionado y además se involucren las familias en el aula, los docentes como facilitadores directos de los aprendizajes de los estudiantes son los indicados para proveer el espacio, la motivación y las estrategias de integración para la familia en el proceso educativo.

A continuación, y a modo de sugerencia, mencionaremos algunas acciones clave para involucrar a las familias en el aula.

  1. Promover gratos espacios de comunicación entre docentes y padres; por ejemplo: puertas abiertas padres/docentes, entrevistas presenciales y/o virtuales, etc.
  2. Generar constantes insumos informativos de las actividades realizadas en aula, con acceso a los padres; por ejemplo: redes sociales “cerradas” solo para padres-estudiantes-docentes de un curso en particular; boletines, infografías, periódico escolar, informes, etc.
  3. Incorporar en la cultura educativa la participación de la familia en proyectos del aula, acompañando, en previa coordinación con el docente, por ejemplo: en resolución de conflictos, los padres pueden aportar desde su experiencia a los aprendizajes de los estudiantes en situaciones cotidianas que viven con ellos.

En definitiva, involucrar a la familia en el aula es relevante y positivo para el logro de los resultados de aprendizaje, ya que se generan interacciones virtuosas entre los participantes, se estimula una mayor cantidad de aprendizajes y se fomentan valores como el amor y las buenas acciones que tanto se requieren hoy en un mundo tan individualista.