Generalmente, los docentes ya tienen planeadas las actividades que realizarán durante el año escolar, basándose en los programas nacionales, los planes anuales o semestrales. Sin embargo, la herramienta que más se utiliza es la planificación diaria, en la cual se detallan las actividades para cada curso o grupo clase.
Al iniciar este nuevo año, aún influido por la pandemia de la CoVid 19, algunos alumnos necesitarán mucho más apoyo que otros.
Eventualmente, será necesario que los docentes dejen de lado algunos contenidos curriculares para adaptarse al grupo de alumnos pospandemia. Muchos niños, especialmente los más pequeños, vendrán sin aprestamiento, sin conocer las letras ni los números. Y entre los estudiantes más grandes podría suceder que hayan olvidado lo aprendido en años anteriores.
Nuevamente, el docente deberá ser agente de cambio y adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje para nivelar el conocimiento de todo el grupo de alumnos, de modo que todos puedan iniciar con los nuevos contenidos de manera equiparada.
Dentro de estas actividades extracurriculares, el docente planificará momentos lúdicos de integración, para que los alumnos que estuvieron confinados por dos años puedan adaptarse nuevamente al ritmo y horario escolar.
Para las primeras semanas de clases se sugiere:
Actividades recreativas al aire libre.
Actividades grupales de integración, fuera de las salas de clases, si la institución cuenta con espacio abierto. De lo contrario, adaptar las actividades dentro de la sala de clases.
Competencias matemáticas sencillas, para que el estudiante se sienta motivado y, de a poco, ir graduando la dificultad.
Fortalecer la expresión oral, por medio de recitados, trabalenguas, diálogos, deletreo.
Escuchar buena música dentro de la sala de clases, realizar ejercicios de relajación, de respiración, y concentración.
La escritora y educadora Elena G. de White hizo esta oportuna declaración hace casi 200 años, mucho antes de que existiera la tecnología actual:
“Los niños no deben permanecer mucho tiempo dentro de habitaciones; no se les debe exigir que se apliquen con mucho tesón al estudio hasta que se haya creado un buen cimiento para su desarrollo físico. Durante los ocho o diez primeros años de vida, el campo o el jardín constituyen la mejor aula, la madre, la mejor maestra, y la naturaleza el mejor libro de texto. Hasta que el niño tenga edad suficiente para asistir a la escuela se ha de considerar que su salud es más importante que el conocimiento de los libros. Necesita estar rodeado de las condiciones que favorezcan el desarrollo físico y mental” (La educación, versión online)
En ese entonces, los alumnos disfrutaban más de la naturaleza. Sin embargo, hoy es mucho más relevante el consejo. Es necesario dedicar tiempo al estudio; pero cuando se realiza todo con equilibrio, nos irá mucho mejor.
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