El costo de nuestras elecciones trae consecuencias no solo para nosotros sino también para nuestros más cercanos.

Las redes sociales nos dan la libertad de comunicarnos con nuestros seres queridos cuando y donde queramos. Sin embargo, a veces, esta libertad amenaza y daña nuestras relaciones reales. Si bien la comunicación digital puede eliminar las distancias geográficas entre las personas, puede convertirse en un obstáculo para la convivencia cuando su uso sustituye a la conversación cara a cara, la expresión sincera de sentimientos y, sobre todo, de emociones. Las redes sociales tienen su lugar, pero no pueden reemplazar el contacto personal. La comunicación digital es menos rica en lo que se refiere a canales sensoriales involucrados, lo que implica una disminución en la experiencia sensorial.

Cabe destacar también que no será lo mismo una relación real que una virtual. Las  personas nos desarrollamos entre individuos en un entorno personal, social y temporal auténtico, como es el hogar, la familia y la comunidad. En cambio, las relaciones mediadas por la tecnología en la era digital son impersonales. Un emoticón no sustituirá jamás un abrazo o apretón de manos, el beso de buenas noches entre padres e hijos, o alguna expresión de afecto como sonrisas o caricias.

Los miembros de nuestras familias, ya desde edades muy tempranas, acceden al teléfono o la tableta y generan sutiles interrupciones o cortes de conversación afectiva real, mermando el tiempo de calidad familiar. El teléfono, las redes sociales y la cantidad de información que procesamos diariamente no son el problema. El problema es precisamente que los miembros de la familia no sabemos qué hacer con la información y cómo controlar el uso de las redes sociales.

Por tal motivo, se recomienda establecer un horario de uso de redes sociales mientras los miembros están dentro del hogar, con el objetivo de disfrutar de la comunicación verbal y no verbal en tiempo real, para propiciar relaciones familiares fuertes, maduras, estables y afectivas, donde cada integrante tenga la libertad de expresar con sinceridad sus ideas, pensamientos y emociones; facilitando así la identidad personal y habilidad para solucionar problemas.

El sabio Salomón escribió: «Manzana de oro con adornos de plata es la palabra dicha oportunamente» (Proverbios 25:11, RVA online).

Nuestro deseo es que sea así también en nuestra conversación familiar.