El desafío es buscar formas dinámicas y creativas que introduzcan a los alumnos al mundo maravilloso de la matemática.
En el proceso de búsqueda de esas formas hay varias cosas a tener en cuenta cuando se trata de la matemática.
Es una cuestión de actitud:
Una actitud positiva hacia la matemática es esencial para poder contagiar el ambiente del aula para el buen desarrollo de la clase.
El docente nunca debería decir: yo odiaba las matemáticas, puesto que seguramente esta actitud predispondrá al educando. Si el docente manifiesta disfrutar de sus clases será una actitud motivante para los alumnos.
Ante las diferentes dificultades que el niño o adolescente se encuentren es muy importante animarlos a no rendirse, buscar infundirle confianza en su capacidad para aprender y motivarlos para hacerlo. Recuerda que un ambiente relajado, tanto física como emocionalmente, los ayudará a concentrarse y disfrutar.
Es una cuestión de utilidad:
Cuando el alumno descubre la utilidad de la matemática descubre que es una asignatura valiosa.
Enfocarnos en mostrarles un mundo rodeado y lleno de matemática. Por ejemplo: que descubra la función social del número con un valor de utilidad para su vida. Nuestro objetivo debería ser que el alumno logre utilizar las matemáticas en la vida real y no sienta que es una abstracción.
Es necesario observar qué le gusta al alumno en forma individual y según las características de la edad. Siempre mostrarles la utilidad de la matemática en su vida.
Es una cuestión de dinámica y creatividad:
Siempre planificar propuestas diferentes, la rutina en la metodología lleva al aburrimiento y resulta poco motivador.
Actividades individuales y grupales.
Actividades que fomenten la creatividad.
Proyectos reales y viables.
Fomentar el aprendizaje por medio de los juegos, no solo utilizarlos como parte de la motivación.
Brindar estrategias y herramientas para resolver diferentes situaciones y problemas.
Cuando estas cuestiones son tomadas en cuenta solo nos resta tener claro un objetivo principal: que el alumno logre “tocar las matemáticas”. Para lograrlo es importante tener presente las siguientes actividades:
Partir de lo tangible, de todo aquello que el alumno pueda ver, tocar, oír y disfrutar:
Muchas veces hay que planificar al revés de lo que estamos acostumbrados. Hay muchos temas que los niños no entienden desde la explicación, pero si pueden aprenderlo desde la experimentación.
Necesitamos cambiar nuestro paradigma en la enseñanza de la matemática; para ello es necesario un modelo que parta de lo concreto para llegar a lo abstracto.
Fomentar que el alumno se exprese de diferentes formas:
Animar a que cada niño se exprese con sus propios medios… después podrá aprender el lenguaje matemático. Es necesario que primero exprese gráficamente, mediante dibujos, y verbalmente todo descubrimiento. Que cada uno pueda expresar a su manera los aprendizajes matemáticos. Es fundamental que utilice cualquier tipo de dibujo y exprese con sus palabras sus razonamientos. Es importante propiciar las explicaciones y los debates entre niños, ya que cuando explican sus razones es cuando realmente empiezan a entenderlo.
Estimular las emociones:
Ellas son las protagonistas del aprendizaje, pues el estado de ánimo influye de manera decisiva en la adquisición de nuevos conocimientos. Si se proponen actividades que provoquen emociones positivas, trabajos con materiales manipulativos y actividades lúdicas, incentivarán el interés y la felicidad por aprender. Los alumnos, sobre todo los niños, son más felices aprendiendo a través del juego porque es su manera natural de aprender.
La matemática encanta cuando se vive y se aprende de forma lúdica, comprensiva, manipulativa y significativa. Dios nos dio un mundo maravilloso, matemáticamente perfecto, disfrutemos con nuestros alumnos descubriéndolo.
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