Numerosos estudios certifican que el exceso de ruido en centros educativos tiene graves consecuencias para alumnos y profesores.
El agotamiento, el estrés y las patologías de la voz son los problemas que padecen con mayor frecuencia los docentes como consecuencia del ruido. De la misma forma, en los alumnos el ruido perjudica su rendimiento escolar ya que dificulta los procesos de atención y aprendizaje.
La contaminación acústica en los centros educativos es la suma de tres problemas que se agravan entre sí.
El primer factor es el ruido procedente de fuentes externas (calles, obras, tráfico, etc.) Eso hace que el volumen de voz de alumnos y profesores se eleve creando el segundo problema, y, por último, el tercer factor que incide en las aulas es la reverberación: el efecto producido por los rebotes de la onda sonora en paredes, piso, techo y todos los objetos del aula, que hace que el alumno no sólo reciba el mensaje hablado en forma directa, sino innumerables copias de ese mensaje, fruto de la reflexión sobre paredes y objetos del recinto (más información).
Algo que probablemente no advertimos: la voz de los propios alumnos. Según la Organización Mundial de la Salud, el ruido de fondo en el aula debe ser de 35 decibeles, y 50 decibeles con la voz del maestro. Y a veces hablan varios a la vez, lo que aumenta el nivel sonoro. O cuando se trabaja en grupo, si no aprenden a bajar la voz y a no arrastrar los pupitres, el aula puede ser un factor de riesgo para la salud y el aprendizaje.
Los efectos del ruido en la salud pueden ser molestias, decaimiento, estrés, cansancio, malestar general, dolor de cabeza, náusea, aumento de la presión arterial, mareos, acidez estomacal.
Con motivo del Día Universal del Niño, que se celebra el 20 de noviembre, la Asociación “CLAVE atención a la deficiencia auditiva” (www.oiresclave.org) quiere concienciar sobre la importancia de la acústica para un correcto funcionamiento del desarrollo educativo. Para ello propone estas sencillas medidas:
Planificar los horarios de aquellas actividades fuera del aula que generen cualquier ruido externo.
Colocar protectores en las patas de las sillas y los escritorios.
Poner fieltro o goma en el interior de las bandejas y cajas de material a fin de reducir el ruido que se produce al recoger los materiales.
Descartar el uso de estuches y material educativo metálico.
Utilizar calzado de suela de goma.
Delimitar las distintas zonas de actividad en el aula con alfombras, corcho o goma.
Usar fuentes de luz silenciosas.
Colgar paneles o figuras decorativas realizadas en corcho o en otro material absorbente.
Entelar paños de pared sobre un acolchado de algodón o colocar paneles de corcho en las paredes.
Instar a los alumnos a una actuación responsable que respete el bienestar del resto del aula.
Es necesario mejorar el ambiente escolar para evitar que los docentes y alumnos padezcan algunas de las molestias mencionadas.
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