La adolescencia es una etapa complicada, eso ya lo tenemos bien claro. Todos los cambios que se presentan en esta etapa hacen que la persona se encuentre en un constante vaivén de sentimientos, y es muy posible que tenga dificultades para gestionar estos cambios. Hay que tener en cuenta que los adolescentes están en una edad en que no se identifican ni con los niños ni con los adultos, así que hay que tener mucho tacto con ellos.
El fracaso escolar suele ser un agravante en la inestabilidad emocional de un adolescente. ¿Cómo enfrentar una mala o baja calificación, un bochorno o un desaire en público?
Cuando sea el momento de hablar de tal fracaso, hay que encararlo desde el punto de vista más amable. Por ejemplo: «La próxima, estudiamos juntos», o «Puedo ayudarte a mejorar tus técnicas de estudio». El adolescente sabe que debe estudiar más y, si solo le decimos lo que tiene que hacer, sin darle otras opciones, no estamos ayudando en nada.
Como padres, muchas veces queremos que nuestros hijos sobresalgan o se destaquen en los estudios, en el arte o en algún deporte. Deseamos que sean siempre exitosos. Pero debemos ser más tolerantes y aceptar que no todos tenemos talento para todo.
El enamoramiento es también un factor importante para que haya un fracaso escolar: el adolescente enamorado solo piensa en su pareja, está pendiente de él o ella. Desea pasar tiempo con esa persona especial. Es muy probable que, en algunos casos, los estudios pasen a un segundo o tercer plano. Sin embargo, la adolescencia también puede ayudarlos a mejorar en sus calificaciones si reciben el estímulo de otras personas, especialmente si su amigo/a especial se compromete en tener buenas calificaciones. En todos los casos, los padres y docentes deben acompañar con mucho tacto; establecer reglas claras y proponer prioridades.
Otro punto que vamos a tomar como factor determinante del fracaso escolar es el entorno familiar. Padres separados o que discuten todo el tiempo colaboran con el fracaso escolar del adolescente. La familia cumple un rol fundamental en la formación de la autoestima. Es importante que el entorno familiar muestre aprecio, contención y empatía ante las diversas situaciones que pueda estar enfrentando el adolescente.
La empatía es decir, por ejemplo: «A mí también me fue mal en esa materia» o «Comprendo tu frustración». Estas pocas palabras harán que el adolescente se sienta comprendido.
La motivación y el estímulo son muy importantes. Proponer metas a corto, mediano y largo plazo y estimular con un: «Sigue así» o «Sabía que lo lograrías». También es bueno salir a comer juntos ese postre que tanto le gusta, hacer cosas que disfruten juntos, etc. Son pequeñas formas de ayudar y hacer sentir bien a cualquier persona.
Debemos usar todo nuestro tiempo libre para pasar con nuestros hijos, aprender cosas nuevas, hablar de tonterías o de cosas serias, escuchar sus inquietudes o simplemente estar.
Usemos las palabras y los actos para brindar ánimo a las personas y, especialmente, a los miembros de nuestra familia que no están pasando por buenos momentos.
«Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo». Proverbios 16:24, versión NVI online.
Gracias por tus palabras desde la experiencia. Es dificil acompañar el proceso de aprendizaje cuando va de la mano de varios factores como la inmadurez, la competitividad, las pocas oportunidades o el no aprovechamiento de las que se tienen.