La adolescencia es una etapa hermosa y difícil a la vez. Un período comprendido entre la pubertad -que marca el final de la infancia- y el inicio de la edad adulta. Existen aspectos físicos, mentales, emocionales, espirituales, existenciales y otros que marcan el transcurso de la adolescencia.
La mayoría de los padres tienen grandes dificultades con sus hijos en esta etapa, ya que atraviesan por momentos de dudas, rebeldías, conflictos internos y externos. Sin embargo, la vida puede ser llevadera mientras reciban atención y contención. Debemos tener en cuenta que en esta edad las palabras, las órdenes o los consejos de los padres son lo peor que puedan escuchar. Los que verdaderamente influyen en su pensar y actuar son sus amigos, la sociedad, los medios.
¿Cómo lograr la contención necesaria para que nuestro hijo adolescente tenga una vida equilibrada y que el paso por esta etapa no sea tan caótico para él o sus padres?
Primero, recurrir a Dios, pedir sabiduría y mucha paciencia; mostrar empatía con nuestros hijos, no ser todo el tiempo agentes negativos. Obviamente, tampoco dejar que hagan lo que les plazca, sino buscar juntos una alternativa diferente y conveniente.
Segundo, mantenerlos ocupados; cuantas más actividades tengan, menos tiempo tendrán para distraerse con cosas que no valen la pena. Pueden dedicarse a la práctica de deportes, música, pintura, grupos de estudio, clubes, etc.
Tercero, interesarse por sus actividades. No es suficiente inscribirlos en una u otra academia o agrupación; debemos acompañar dichas actividades. De esa manera ellos se sentirán importantes; sabrán que pueden contar con sus padres y verán que separa tiempo para estar con ellos.
En cuarto lugar, no estigmatizarlos. Hay padres que constantemente dicen: “mi hijo es tímido”; “él o ella es antipático”; “no le gusta nada”; “es antisocial”. Si decimos eso constantemente, es obvio que se van a encasillar y como excusa usarán esas mismas frases.
Resumiendo, los padres deben sugerir y proporcionar actividades; hacerlos participar en las actividades escolares, en la iglesia, en la sociedad. No es una tarea sencilla, pero tampoco es imposible. Se requiere una buena dosis de paciencia, tolerancia, constancia y mucho amor.
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