“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28 RVR 1960 versión online).
Los docentes de todos los niveles educativos tienen grandes desafíos cada día, lo que puede afectar directamente su estado de salud física o mental, ya que, por las exigencias de trabajo y la necesidad de captar la atención de sus alumnos y cumplir con las responsabilidades se pueden registrar desde casos de estrés, problemas en la voz, dolores musculares, entre otras enfermedades que afectan a los maestros.
Actualmente nuestra sociedad se halla inmersa en una de las mayores tragedias en el ámbito sanitario debido a la Covid-19. Sabemos que ha afectado no solamente la salud de las personas, sino también la situación económica en todo el mundo, lo que lleva también a afectar al sector educativo, lo que recae directamente sobre los docentes y estudiantes de todos los niveles, sin distinción alguna.
Entre las enfermedades que más se detectan entre los docentes se encuentran los problemas cardiovasculares, respiratorios, lumbalgias, cervicalgias, úlceras de estómago, afonía; y del nivel psicológico podemos mencionar la ansiedad, depresión, insatisfacción laboral, ausentismo laboral, pasividad, tensión laboral, estrés.
Lamentablemente, existen docentes que pasan por trastornos psicológicos, lo que los lleva a ser protagonistas de episodios violentos en las aulas, la superpoblación de alumnos, las demandas burocráticas, entre otras tareas cotidianas, causan un desgaste físico y emocional en los docentes.
La escritora cristiana Elena G. de White menciona que los docentes “Necesitan una mente bien equilibrada. Los maestros que trabajan en esta parte de la viña del Señor, necesitan tener dominio propio, mantener bajo control su genio y sus sentimientos, y asimismo estar sujetos al Espíritu Santo. Deben dar evidencia de poseer, no una experiencia unilateral, sino una mente bien equilibrada, un carácter simétrico” (Consejos para los maestros, versión online).
Para poder tener una mente equilibrada el docente también necesita alimentarse adecuadamente, realizar ejercicio físico, participar de actividades recreativas con la familia, despejar su mente, para que, de esa manera, la vida no sea solamente trabajo y más trabajo.
Otra manera de hacer más llevadera la tarea docente es delegar ciertas actividades o responsabilidades a los padres de familia. Siendo que, en muchas ocasiones, los docentes deben actuar como psicólogos, terapeutas, incluso cumplir el rol de padres cuando están ausentes, se debe mantener una comunicación bastante fluida con su grupo de padres y de esa manera estarán enterados de los avances, las dificultades y los logros de sus hijos y podrán apoyar mucho mejor al docente.
La salud del docente se refleja en su trabajo, por ese motivo es imprescindible que tenga toda la ayuda posible, la contención de su familia, el apoyo de los padres de familia, la cooperación de sus pares docentes, y lo más importante una conexión especial con Dios, quien es el que da toda la capacitación que necesitamos. Encontramos en Su Palabra el siguiente consejo: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada […]” (Santiago 1:5-6, RVR 1960 online).
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