A menudo nos encontramos con niños, niñas o jóvenes con baja tolerancia a la frustración, no soportan bien los cambios y les cuesta adaptarse. Cuando enfrentan problemas, no saben cómo salir del paso. Buscan resolverlos de la forma convencional y, como no resulta, se estancan sin poder avanzar.
Hoy vamos a hablar de otra función ejecutiva, la flexibilidad cognitiva.
Es la capacidad de cambiar el foco atencional de manera adecuada, favorece el poder dar alternativas de la respuestas.
La flexibilidad cognitiva es considerada la capacidad que tiene una persona para lograr enfrentar una situación nueva y adaptarse al cambio. Los individuos con flexibilidad cognitiva, tienen la capacidad de solucionar problemas como, por ejemplo, presentar una respuesta adaptativa a los cambios que se producen en una situación específica. (torrego et al., 2011).
Trabajando esta función, podremos ayudar a que puedan adaptarse mejor al cambio y encontrar otras alternativas a las problemáticas que se le presenten.
Cómo desarrollar la flexibilidad cognitiva
Usar representaciones. Analogías, ejemplos de casos, diferentes líneas de argumentos, múltiples temas. Lo importante es cambiar el foco y ver las cosas desde otros puntos de vista.
Análisis de casos. Observar casos equivalentes y ver cómo se pueden resolver de diferentes maneras o resolver distintos casos de una misma manera.
Complejidad creciente. Ir aumentando la complejidad de una tarea gradualmente. Desafiar al estudiante con la misma tarea, pero ahora con una dificultad extra que antes no había, con una variante.
Utilizar hipertextos. Los hipertextos ayudan a reorganizar el contenido y facilitan la posibilidad de revisión, de tal modo que el alumno pueda observar las diferentes facetas del conocimiento y la diversidad de usos.
Cambios de actividad. Por ejemplo, crear rincones de trabajo por grupos. Luego de cierto tiempo, rotar los grupos. El método ayudará a acostumbrar a los estudiantes al cambio. Deberán enfocarse en otra tarea con un desafío diferente.
Complejizar tareas sencillas. Por ejemplo, mostrar imágenes de herramientas y presentar un problema sencillo: Por ejemplo, clavar un clavo. Los estudiantes deben encontrar la solución, pero con una dificultad extra: clavar el clavo sin un martillo.
Juegos de letras. Presentarles un conjunto de letras. Solicitar que formen una palabra. Luego, mencionarles que hay otras palabras que se pueden formar con esas mismas letras y que intenten descubrirlas, y que luego digan hasta cuántas palabras se pueden formar con el mismo conjunto de letras.
Ordenar secuencias. Presentar una serie de imágenes que representen la secuencia de una historia y pedir que la ordenen. Luego, solicitar que presenten otro orden posible para la misma historia.
Desarrollo de los 5 sentidos. La flexibilidad cognitiva está muy relacionada a lo sensorial, es por esto que es fundamental ejercitarla a través de los sentidos, tacto, olfato, oído, vista, etc.
Desafíos de clasificación. Presentarles varias figuras geométricas repetidas de diferentes colores. Solicitar que las clasifiquen en dos o tres grupos diferentes. Puede ser que lo primero que hagan sea separarlas por colores. Luego, podrían clasificarlas por su forma. Y si es posible, una tercera clasificación por cantidad. Quizás ellos mismos descubran de qué otras formas se puede clasificar ese conjunto de figuras.
Pensar «fuera de la caja». Plantear acertijos, preferentemente basados en casos reales y prácticos, que necesiten resolver creativamente.
Las actividades que se pueden realizar son infinitas, solo se necesita de una buena cuota de imaginación y ganas de trabajar. Al ejercitar la flexibilidad cognitiva no solo ayudamos a nuestros estudiantes a que rindan mejor en sus estudios, sino también les damos herramientas para poder enfrentar el mundo el día de mañana.
Espero que los colegas docentes puedan descubrir lo valioso que es trabajar esta función en el aula y les dé tantas satisfacciones como las que yo descubrí al trabajarlas con los niños y jóvenes.
Deja tu comentario