Invertir en una educación basada en el orden, el respeto y la obediencia redundará en grandes beneficios.
En el aula y en el hogar es importante la enseñanza de valores como el orden, el respeto y la obediencia. Es necesario que siempre estén vigentes, porque ellos marcan el equilibrio en las relaciones humanas y en el desarrollo de una personalidad saludable. En la educación de los hijos, es trascendente escoger el camino del equilibrio y plantearse objetivos claros y concretos que nos permitirán escoger los pasos a seguir.
Los tres valores mencionados están íntimamente relacionados y cada uno es parte y consecuencia del otro.
En el caso del orden, sabemos que es necesario que esté presente para lograr alcanzar un objetivo, para la organización, la correcta distribución, el efectivo desarrollo y para una adecuada disposición de tiempos, actividades y desafíos. El orden ayuda a reducir la complejidad de las situaciones, de las actividades, y produce una mayor unidad y coherencia, optimizando el tiempo y la calidad. Lograrlo es el sueño de todo docente para sus alumnos; y lo más importante es que estaremos guiándolos hacia el ejemplo de nuestro creador: Dios es un Dios de orden.
Otro de los valores importantes es el respeto, el cual se caracteriza por un sentimiento positivo, que se relaciona con el aprecio y el reconocimiento que se tiene a una persona u objeto. Es un valor fundamental para lograr una buena interacción social. El respeto se aprende por medio de una enseñanza sistemática y más aún por el ejemplo de vida de los adultos.
Normas básicas
Para inculcar el valor del respeto, es importante que el docente tenga en cuenta estos conceptos básicos.
Reciprocidad. Respeta para ser respetado.
Diferencia. Respeto cuando no discrimino ni ofendo a la persona que piensa o vive diferente que yo.
Amor. Respeto basado en el amor. «No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo.» Albert Camus.
Otro de los valores que no debemos descuidar es la obediencia; entendida como una actitud responsable de colaboración y participación. Es muy importante para los alumnos en las relaciones con sus compañeros y con los adultos, además de colaborar en la convivencia y las tareas productivas.
La asimilación de la obediencia se concentra en un proceso que lleva a realizar la tarea o cumplir el encargo que se le encomienda, sin pedir nada a cambio. La acción de obedecer es aquella en la que se acatan normas, órdenes, reglas y comportamientos. La obediencia no siempre se lleva a cabo en los mejores términos; tal vez el problema sea que la sociedad ha perdido de vista el principio de autoridad. Se ha perdido esa autoridad natural propia de las relaciones que trata del poder que tiene una persona sobre la otra. Por ejemplo, los padres sobre los hijos, maestro sobre alumnos, director sobre docentes. Como educadores cristianos nuestro objetivo debe ser restaurar ese principio.
Es importante recordar que no todos los niños aprenden a ser obedientes de la misma manera y en el mismo tiempo. Todo dependerá de cómo se inculca ese valor y de las características de la personalidad de cada niño. La obediencia forma parte del aprendizaje del autocontrol, la regulación de la conducta y de la asimilación de las reglas. Como docentes, debemos mostrar la importancia de obedecer a Dios:
“Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas.” 1 Reyes 2:3, versión NVI online.
Educar a los niños en la obediencia es enseñarles a mirar al mundo regido por normas y explicarles que no cumplirlas trae consecuencias muchas veces no deseadas. La obediencia es comportarse con responsabilidad.
Algunas sugerencias
Para inculcar el valor de la obediencia, el docente debe tener en cuenta:
Siempre que sea posible, explicar las razones por lo cual es necesario que se obedezca a lo solicitado.
Expresar los propósitos que los padres y docentes persiguen al solicitar obediencia.
Expresar claramente el valor de la orden impartida.
Mantener siempre claras las obligaciones y los deberes de cada uno.
Ser sistemáticos al inculcar el valor obediencia. No contradecir con hechos lo que se dijo.
Expresar reglas claras, sencillas y razonables en el hogar y la escuela.
Manifestar aprobación y reconocimiento cuando se ha verificado la obediencia.
Reflejar en nuestra vida y acciones lo que estamos pretendiendo que otros obedezcan.
Dejar claro que tanto la obediencia como la desobediencia tienen sus consecuencias.
Todos deben experimentar la satisfacción que produce obedecer.
Los valores de ORO (orden, respeto y obediencia) son fundamentales para la convivencia. Ellos son los responsables de brindar un clima social agradable. Si estos valores están presentes en el hogar y en las instituciones educativas, tenemos asegurado un espacio confortable para el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje. Es un buen desafío, es tiempo de avanzar.
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