“El que quiera obtener una cosecha útil o hermosa, primero debe preparar la tierra y sembrar la semilla, luego cavar alrededor de los jóvenes tallos, removiendo las malezas y ablandando la tierra, y así las preciosas plantas florecerán y pagarán ricamente el cuidado y el trabajo empleados” (White, Conducción del niño, versión online).
La gran educadora Elena de White, en su libro, La educación (versión online), declara:
“La edificación del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos y nunca antes ha sido su estudio diligente tan importante como ahora”.
Ciertamente, estas palabras resuenan con firmeza en una época donde las libertades individuales parecen no tener límites. No está bien visto que un ser humano se imponga sobre otro. Por este motivo, reflexionar sobre quién debe cargar la mochila del carácter nos mueve transversalmente a todos, especialmente a quienes tenemos el privilegio de trabajar en el proceso de formación académica y para la vida.
Es importante reconocer que la educación en responsabilidades y valores no es algo que se delega exclusivamente a un sector de la población, sino que es una acción continua realizada por todos para que exista una conciencia del deber y hacer en cada individuo, especialmente en las nuevas generaciones. Los niños necesitan saber constantemente qué se espera de ellos. Deben reconocer que cada uno tiene un rol papel que cumplir.
La familia definitivamente pasa a ser la primera escuela. Es allí donde los niños aprenden las primeras lecciones y los padres se convierten en los primeros maestros. La influencia del hogar en la vida de los pequeños será tan trascendente que los impulsará hacia el bien o hacia el mal. Es esencial que desde las más tempranas edades se instruya a los niños a ser útiles, a pensar y razonar hasta que logren independientemente adquirir cierto desarrollo.
Es necesario invitarlos a colaborar y ayudar a sus padres y/o hermanos, a tener dominio propio, a ser pacientes y abnegados y considerar a los demás como superiores a él mismo. La bondad, el amor, la buena voluntad y el espíritu de servicio se desarrollarán con mayor facilidad en la medida que puedan ver reflejado estos actos en el hogar.
De lo contrario, con el paso de los años nos encontraremos con adultos incontrolables, egoístas, sin dominio propio, dados a satisfacer sus propios deseos, sin considerar a quienes les rodean.
“Una de las primeras lecciones que necesita el niño es la de la obediencia. Se le debe enseñar a obedecer antes que tenga edad suficiente para razonar” (La educación, versión online).
Este aspecto es fundamental, porque colabora directamente en la formación de hábitos que le ayudarán a evitar aquellos conflictos ulteriores entre su voluntad y la autoridad. El niño debe aprender con claridad quién debe llevar la mochila de su carácter.
“Dios espera que edifiquemos nuestros caracteres de acuerdo con la norma que él nos ha dado. Debemos colocar ladrillo sobre ladrillo, añadiendo gracia sobre gracia, descubriendo nuestros puntos débiles y corrigiéndolos de acuerdo con la dirección dada… El que quiera transformarse en un hermoso edificio para el Señor, debe cultivar cada actitud de su ser” (Conducción del niño, versión online).
¿Quién debe cargar la mochila? Todos deberíamos estar dispuestos a cargarla, pues nuestro gran Maestro ya la cargó por ti y por mí…
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