“Ustedes, los sabios e inteligentes, escuchen lo que voy a decirles. Así se harán más sabios y ganarán experiencia […] Todo el que quiera ser sabio debe empezar por obedecer a Dios”. Proverbios 1: 5-7 (Versión online)
En primer lugar, los especialistas declaran que una dirección limitada a las tareas de gestión, sin intervenir en los procesos de enseñanza-aprendizaje, no logrará alcanzar el objetivo prioritario de las políticas educativas en el siglo XXI, que es asegurar a todos los estudiantes los aprendizajes imprescindibles que les posibiliten, sin riesgo de exclusión, la integración y participación en la vida pública.
Los expertos, además, señalan que la función del equipo directivo debería ser catalizador de la promoción y gestión de una buena enseñanza. De hecho, no suele haber un proyecto de dinamización o de mejora en una escuela sin un equipo directivo con un claro liderazgo.
El director debe conseguir que el desarrollo organizativo y curricular le sirva como escenario para el aprendizaje y la mejora. El líder escolar cristiano posee la gran ventaja de solicitar sabiduría divina para cumplir eficientemente la tarea, asumiendo su posición como un hijo de Dios al servicio de otros.
Para Antúnez, el liderazgo está orientado a ejercer una influencia relevante en las prácticas docentes relativas a:
- Determinar las competencias que se pretende crear y desarrollar en el alumnado.
- La selección, organización y secuenciación de los contenidos de aprendizaje.
- La selección de métodos didácticos y la supervisión y orientación de las prácticas de enseñanza.
La selección, elaboración y empleo de los materiales de uso didáctico, la determinación de los modos de evaluación de los aprendizajes en relación con los agentes, momentos, métodos e instrumentos.
La coordinación del trabajo de las personas del equipo docente y el correcto funcionamiento del consejo técnico.
Los procesos de tutoría del alumnado y los de orientación escolar, personal y profesional en su caso.
Los sistemas de agrupamiento del alumnado, la organización y el uso del tiempo y de los espacios escolares.
Los especialistas en liderazgo pedagógico han puesto de manifiesto que los líderes han de ser los principales impulsores de la cultura y clima de innovación en sus respectivos centros educativos. Ellos deben transmitir y contagiar su entusiasmo, argumentando las transformaciones y el impacto esperado. También deben proponer y guiar mejoras en los diferentes aspectos educativos, institucionales y profesionales. Son los reponsables de motivar a los agentes más sensibles de la institución, estudiantes y docentes, avanzando en la generación de un clima positivo y de auténtica colaboración entre todos los implicados en el centro educativo.
Cuanto más los líderes centran su influencia, su aprendizaje y sus relaciones con los docentes en la actividad principal de la enseñanza y el aprendizaje, mayor será su influencia en los resultados de los estudiantes.
Todos los esfuerzos humanos del líder, bajo la influencia divina, se potenciarán para lograr resultados y experiencias valiosas.
- Antúnez, S. (2012). Una brújula para la dirección escolar. Orientaciones para la mejora. Ediciones SM.
- Bolívar, A. (2015). «Evaluar el Liderazgo Pedagógico de la Dirección Escolar. Revisión de Enfoques e Instrumentos», en Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 8(2), 15–39.
- Bolívar, R., & Bolívar, A. (2012). «La dirección escolar en España: De la gestión al liderazgo», en A. Bolívar (ed.), Políticas actuales de mejora y liderazgo educativo (p. 313). Ediciones Aljibe.
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