“Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas”.
La primera demanda para el ejercicio de la función del líder escolar es realizar una función pedagógica y no una meramente protocolaria o gerencial. Dicho en otras palabras, los directores escolares deben procurar finalidades educativas y no enmarañarse en el ejercicio de la burocracia y del control.
Esta necesidad de consolidación del liderazgo escolar impone una segunda responsabilidad pedagógica, que se traduce en respaldar la aplicación del currículum, seleccionar materias optativas, revisar los materiales didácticos, evaluar a los docentes, visitar el aula y organizar la formación permanente del profesorado. El director debe participar de la elaboración, desarrollo y evaluación del currículum óptimo para los estudiantes y la comunidad educativa.
Una tercera meta del liderazgo educativo consiste esencialmente en crear, alimentar y desarrollar la capacidad de los docentes y estudiantes para que se involucren en un aprendizaje de alto nivel y para que reflexionen sobre su propia práctica de aprendizaje.
Un cuarto argumento es aquel que sugiere que el liderazgo pedagógico ha venido a ser la representación soñada por años del modelo de una buena dirección, que no se limita a la gestión, sino que se centra en mejorar la educación ofrecida por la escuela.
«El modo como se ejerce la dirección influye en todo lo que pasa en la escuela, especialmente en lo que su misión esencial: los modos cómo los enseñantes organizan y llevan a cabo la enseñanza y los alumnos aprenden” (Bolívar, 2015, p. 17).
Finalmente, un líder que ejerce su trabajo sabiamente debe conducir la tarea del colegio a su cargo considerando los principios que Elena de White menciona, como ser:
“Muchos pensaron: ‘Bueno no importa si no somos tan peculiares como para llegar a estar educados integralmente’, y se aceptó un nivel menor de conocimiento. Y ahora, cuando se necesitan hombres adecuados para ocupar distintos puestos de confianza, escasean; cuando se necesitan mujeres con mente bien equilibrada […] no se hallan con facilidad. Lo que vale la pena hacerse, vale la pena hacerse bien. Si bien la religión debiera ser el elemento que impregne todo colegio, no conducirá a rebajar los logros académicos” (White, Fundamentos de la educación cristiana, p. 129).
Como líderes educativos necesitamos ser perseverantes y resueltos para alcanzar la norma más elevada posible.
Armas, M. (1998). Dirección integral de centros educativos. Tórculo Ediciones.
Bolívar, A. (2015). «Evaluar el liderazgo pedagógico de la dirección escolar. Revisión de enfoques e instrumentos», en Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 8(2), 15–39.
Elmore, R. (2010). Mejorando la escuela desde la sala de clases. Fundación Chile.
White, Elena de. Fundamentos de la educación cristiana. p. 129
Elmore, R. (2010). Mejorando la escuela desde la sala de clases. Fundación Chile.
Deja tu comentario