Habitualmente observo, tanto en consulta como en otros contextos, un incremento en la cantidad de niños que parecen padres o de padres que tratan a sus hijos como soldados. Esto me lleva a reflexionar acerca de la importancia de establecer un objetivo de disciplina en el hogar, antes de contestar el título de este artículo.
Para comenzar, es importante resaltar que la disciplina ayuda al niño, entre muchas cosas, a adaptarse a las normas sociales, enseñándole que toda conducta, sea buena o mala tiene sus consecuencias. Pero si los padres pretenden enseñar con agresividad e impaciencia, el mensaje llegará distorsionado. Por esta razón, en cuanto a disciplina se refiere, es importante resaltar los siguientes aspectos:
Sé sumamente claro en cuanto a qué conductas esperas del niño y en qué contextos. No uses términos como: “Pórtate bien”, si deseas que camine a tu lado y no se separe de ti cuando visitan el centro comercial. Los niños no pueden adivinar cuál es la conducta que esperas.
Habla, no grites. En asuntos de disciplina, los primeros en practicar el autocontrol deben ser los padres.
Sé firme, constante y coherente al momento de dar una orden. La firmeza implica que el sí es sí, y el no es no. Si dijiste que irías al parque, honra tu promesa. Si dijiste que no le comprarás algo en la tienda, ¡no lo hagas! Que ellos noten que tus órdenes no varían. La constancia implica no ceder ante una situación así: «Hoy no quiero escucharlo llorar, porque tengo dolor de cabeza, así que accedo a comprarle el juguete que ayer le dije que no le compraría”. Esta falta de constancia puede desarrollar inestabilidad en las emociones del niño. Y la coherencia implica revisar las normas de conducta dentro del hogar, para evaluar qué impacto tienen en el presente y futuro de los niños.
Utiliza métodos alternativos para castigar o sancionar, además de la correa, la vara o el cinturón. También puede funcionar la suspensión por determinado tiempo, de un juguete, mirar TV o utilizar un dispositivo móvil como una tableta o teléfono. Puedes aplicar la técnica del «tiempo muerto», haciéndolo permanecer sentado en una silla para reflexionar acerca de su conducta inapropiada.
Así como se sancionan las conductas inadecuadas, es importante motivar las adecuadas: abrázalo, halágalo, felicítalo, prémialo, haz algo para demostrarle que estás a gusto con su buena conducta.
Recuerda: la autoridad no se impone a los gritos. Más bien se construye mediante un justo equilibrio entre la justicia y la misericordia.
Finalmente, ¡nunca te desanimes! Nadie dijo que la paternidad sería fácil: disfruta de la satisfacción de estar en familia, cumple tu deber como padre y verás los resultados, tarde y temprano.
Muchísimas gracias, un texto muy claro, al punto y sobre todo bien práctico