“…porque cual es su pensamiento en su mente, tal es él.” (Proverbios 23:7, Reina-Valera Actualizada online).
“La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos.” -Marco Aurelio.

La práctica del ejercicio de analizar y evaluar las ideas desde la razón es muy antigua; sin embargo, el término “pensamiento crítico” relativamente se ha formalizado de manera reciente. Podemos recordar que filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles ya en su época buscaron estimular el proceso de reflexión, la búsqueda de la verdad, la comprensión profunda de la realidad y sentaron las bases del pensamiento crítico desde la antigua Grecia.

Ya avanzando hacia el siglo XX, John Dewey, uno de los grandes pensadores de influencia en el área educativa, con su pedagogía progresista, promovió el aprendizaje activo y la resolución de problemas que más tarde influiría en el desarrollo del pensamiento crítico en la educación. Ahora bien, en el libro Mensajes para los jóvenes, de 1901, escrito por Elena de White, ya se hablaba sobre la importancia del pensamiento y de sus resultados, si se ignora la atención que se le debe dar al mismo. Literalmente dice así:

“Muchos pensamientos forman la historia no escrita de un solo día, y tienen mucho que ver con la formación del carácter. Debemos vigilar estrictamente nuestros pensamientos, pues un pensamiento impuro deja profunda impresión en el alma. Un pensamiento malo deja una mala impresión en la mente. Si los pensamientos son puros y santos el hombre mejora por haberlos acariciado. Aceleran el pulso espiritual y aumentan el poder para hacer el bien. Y así como una gota de lluvia prepara el camino para otra en el humedecimiento de la tierra, un buen pensamiento prepara el camino para otro”.

Es tan serio este tema, como lo acabamos de leer; que como docentes el tomar conciencia al respecto, contribuirá en un bien común que va más allá de lo aparente, o incluso de lo que podemos imaginar. Por lo tanto, el pensar en estrategias que estimulen este tipo de pensamiento fortalecerá la seguridad y capacidad en los estudiantes respecto a sus aprendizajes y a la formación integral que deberían recibir de nuestra parte. Algunos ejemplos de estrategias que podrían contribuir en el aula son:

  • Formular preguntas donde puedan suponer, argumentar, buscar evidencia para dar respuesta.
  • Analizar información identificando ideas principales, evaluando argumentos, considerando diversas perspectivas.
  • Resolver problemas que desafíen el intelecto
  • Reflexión sobre el propio pensamiento, para ser conscientes del por qué aceptamos ciertos patrones de pensamiento y no otros.

Actualmente en el sistema educativo el concepto: “pensamiento crítico” se considera como una habilidad esencial para alcanzar el éxito en distintas áreas, iniciándose en la primera infancia y desarrollándose a lo largo de la vida. Por ello nos parece relevante mencionar que este concepto es un proceso continuo que requiere esfuerzo y dedicación. Les animamos a seguir adelante con esta gran responsabilidad que es EDUCAR.