“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.
La influencia de lo emocional en la educación cada día es más evidente. La ciencia ha demostrado que el cerebro humano es plástico, de hecho, cada actividad que realizamos tiene el poder de cambiar nuestra estructura cerebral. Por ejemplo, el cariño y afecto que se demuestra a los niños puede ser tan determinante que afecte significativamente su desarrollo, incluso su futuro, por lo tanto, lo emocional es un aspecto que en educación se debe tener en cuenta.
Es importante destacar que el modo de educar en los primeros años de vida más que en etapas posteriores es fundamental. Recordando lo necesario que es comprender que la educación inicial se recibe a través de una doble vía: la educación formal en la escuela y la educación no formal en el entorno directo, es decir, la familia.
Desde la neurociencia y variados estudios relacionados al tema, se menciona algo ya bastante conocido dentro del ámbito educativo. Se ha tendido a privilegiar los aspectos cognitivos por encima de los emocionales, inclusive se ha propuesto que ambos aspectos se deben considerar por separado, lo cual ha quedado de manifiesto que no es correcto ya que van íntimamente relacionados. Como señala la escritora Elena de White, hemos sido llamados a educar todas las facultades, pues, “La verdadera educación significa más que la prosecución de un determinado curso de estudio… Abarca todo el ser, y todo el período de la existencia accesible al hombre. Es el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales» (La educación, versión online).
“La educación de todo el ser”, es a lo que estamos llamados a desarrollar como docentes conscientes y advertidos no solo por la ciencia sino también por la inspiración divina. La educación emocional definitivamente afecta al desarrollo de los estudiantes, incentiva su motivación, los predispone a actitudes más positivas, mejora sus relaciones y obtienen mejores resultados académicos. Por tanto, para conseguir que un niño crezca en toda la dimensión de la palabra, no basta con la adquisición de conocimientos solamente, se debe generar un clima emocional positivo que también va a influir en su desarrollo.
En definitiva, si la educación debe ser un proceso de aprendizaje para la vida, las emociones sí importan, por ello incorporar estos aspectos en el proceso educativo es de suma importancia, como también el rol del maestro y de cómo las emociones, tanto las propias como las de los estudiantes, deben ser tomadas en cuenta en su acto pedagógico.
Consideremos… “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.
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