El salón de clases sigue siendo el ambiente propicio para que docentes y estudiantes se desarrollen y aprendan. Ambos deben utilizar las herramientas necesarias para la adquisición y desarrollo de las competencias para la vida.
La relación cotidiana entre el docente y sus estudiantes se ha modificado con los avances tecnológicos. Pero la tecnología es una de muchas variables: la cantidad de alumnos, el carácter del docente, la infraestructura, la cultura. Hay un sinfín de factores que pueden hacer que el relacionamiento entre alumnos y docente sea fructífero o no. Por ejemplo: la relación interpersonal que se establece, el pacto docente-estudiante.
“Las relaciones interpersonales son vínculos o lazos entre las personas integrantes de una comunidad. Estas resultan indispensables para el desarrollo integral del ser humano, y en especial de las habilidades sociales. A través de ellas, intercambiamos formas de sentir la vida, perspectivas, necesidades y afectos donde entra en juego la interacción con el entorno” (Relaciones interpersonales).
Generalmente, los estudiantes están más acostumbrados que el docente al uso de la tecnología, y esto puede entorpecer la labor del maestro. Si bien la tecnología ha ocupado un gran espacio en la educación, la relación docente-estudiante supera toda mediación tecnológica.
“Hoy, la tecnología está pasando a ser parte natural de las personas. Se encuentra presente en todo lo que las rodea, desde el trabajo, los círculos más cercanos y el propio hogar. En este proceso digital, la educación juega un rol fundamental. Permite a los estudiantes adquirir las habilidades necesarias para sobrevivir en esta sociedad. Además, contribuye en su propia experiencia de aprendizaje.
Integrar la tecnología en sala de clases va más allá del simple uso de la computadora y su software. Requiere de la participación activa por parte del estudiante, la interacción de manera frecuente entre el maestro y el estudiante, la participación y colaboración en grupo y la conexión con el mundo real” (Beneficios de la tecnología en educación).
Entonces, aunque la tecnología ocupe muchos espacios en la vida de una persona, el docente siempre cumplirá un papel esencial. Es el docente quien crea un vínculo personal con sus alumnos. A veces, la escuela suple una carencia de afecto en el hogar. Sin embargo, es innegable la infinidad de recursos que brinda la tecnología. Estos recursos deben aprovecharse.
Compartimos la experiencia de una docente de más de 20 años de trayectoria en educación inicial. Estas fueron sus palabras:
“La tecnología jamás va a reemplazar a los docentes, porque aunque con la tecnología se recibe mucha información, ya sea viendo o leyendo, un profesor con los gestos, con la mirada, con las palabras, ayuda a que sus alumnos aprendan; la parte humana jamás podrá ser reemplazada. Es muy diferente leer algo para aprender, a que una persona, un docente explique, dé ejemplos, dé aliento y fuerza a sus alumnos para que vayan mejorando. Tal vez un maestro no sepa todo, entonces, utilizará la tecnología para saber aquello que ignora, pero la parte humana que ayuda a que suceda el proceso de enseñanza-aprendizaje, es irreemplazable. Una máquina jamás podría edificar el carácter de un niño o un adolescente, pues con las palabras, los gestos, un toque de cariño, hacen la diferencia; pues el docente enseña con alma, vida y corazón. Un docente da todo de sí”.
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