Las sabias palabras de la educadora Elena de White señalan: «La educación comienza cuando el niño está en los brazos de su madre. Mientras la madre moldea y forma el carácter de sus hijos, los está educando […] el niño es instruido desde el nacimiento a la segunda infancia, de la segunda infancia a la juventud, y de la juventud a la adultez. Tan pronto como un niño es capaz de formar una idea, debería comenzar su educación» (Conducción del niño)

Lamentablemente, muchos padres actualmente han delegado en el sistema educativo más que la educación académica. Pero los padres deben asumir que son ellos los primeros educadores de sus hijos. En la actualidad, vemos padres muy permisivos y excesivamente tolerantes con sus hijos. Si bien no existe una receta para formar hijos exitosos, compartiremos algunos consejos.

En la mentalidad de algunos padres está grabada la idea de que la infancia que ellos pasaron fue dura o difícil y desean evitar que sus hijos pasen por lo mismo. ¡Eso es imposible! Además, los hijos necesitan reconocer que el sacrificio de sus padres los ha llevado hasta el lugar donde están ahora. Si son profesionales exitosos se debe a la dedicación y esfuerzo en los estudios, entre otros factores. Aún si los padres no pudieron acceder a la educación superior, deberían inculcarles hábitos de estudio, para que así logren las metas que se propongan. Hay que hacer ver a los hijos cómo son realmente las cosas, abrirles los ojos, prepararlos para el mundo real. Nada se consigue gratis en esta vida, todo tiene un precio. Se debe invertir esfuerzo, tiempo, dedicación, paciencia, dinero y pasión en cada proyecto. Criar un hijo es educarlo para la vida, y los padres deben dedicar todo lo necesario para que sus hijos sean ciudadanos de bien.

Hoy en día se habla mucho de la educación en valores: tolerancia, respeto, empatía, solidaridad, honestidad, veracidad, pureza moral y otros. Pero fallamos a menudo en hablar de los valores, pero no en vivirlos nosotros mismos. ¿Cómo pretendemos que estos valores sean parte de la vida de nuestros hijos si nosotros no los hemos adoptado todavía? Debemos dar el ejemplo. Los hijos aprenden más de los valores que sus padres les inculcan por ejemplo que por palabras o discursos.

Por eso, la próxima vez que soñemos con educar hijos exitosos, preguntémonos primero: ¿Qué valores estamos demostrando en el hogar? ¿Los estamos preparando para enfrentar las adversidades con fe, con esperanza, con un sólido fundamento moral? La escuela hará su parte, más tarde, pero la verdadera educación comienza en el hogar.