Entonces Moisés dijo al Señor: ‘Por favor, Señor, nunca he sido hombre elocuente, ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua’. Éxodo 4:10

La resistencia a hablar en público puede manifestarse en cualquier persona, sea niño, adolescente, joven, adulto o mayor. En el ámbito escolar es usual que haya instancias para que las personas se expresen en público frente al grupo clase o incluso frente a toda la comunidad escolar, en los actos cívicos, discursos de graduación, etc.

Podemos mencionar las razones más comunes que las personas manifiestan para no hablar en público. Entre ellas, es la personalidad tímida, no ser un profesional habilitado para hablar del tema, dificultad para ordenar y organizar los pensamientos, miedo al ridículo, pánico escénico, preferencia por otros medios de expresión (cantar, dibujar, bailar, etc.), comparación con grandes oradores, dificultad para hablar o pronunciar ciertas palabras. Y la lista podría seguir mencionando muchas razones o respuestas para no querer hablar en público.

Sin embargo, no nos centraremos en los NO PUEDO, o en la ansiedad que genera el tener que hacerlo. Más bien, quisiera invitarlos a considerar los SÍ PUEDO, como acciones que nos proporcionarán esa seguridad que se requiere para pararse frente a una multitud y hablar con seguridad.

En primer lugar, y antes de describir algunas estrategias para mejorar la seguridad de hablar en público, me parece relevante mencionar que reconocer nuestra condición es fundamental. Comenzamos citando la experiencia del patriarca Moisés. Él fue una persona muy culta, porque había transitado por las mejores universidades de su tiempo y probablemente se sintió muy seguro de sus conocimientos en algún momento. Sin embargo, se vio enfrentado a una soledad extrema, donde por años no se comunicó y fue perdiendo la capacidad de hablar con fluidez. Por lo tanto, cuando Dios le da la orden de presentarse delante de Faraón, manifestó su incapacidad, aunque finalmente, confió en el Altísimo.

Esta ilustración nos recuerda que es bueno analizarnos y descubrir por qué podríamos sentir miedo, ansiedad, timidez o desconfianza si nos toca pararnos frente a un público y hablar. Son elementos necesarios a considerar y evaluar, no solo para nosotros mismos como docentes, sino también para comprender a nuestras y nuestros estudiantes y apoyarles en la evolución en sus aprendizajes y conductas.

A continuación, se presentan algunas estrategias básicas para fomentar la seguridad en uno mismo y vencer el miedo de hablar en público:

  • Identificar mis habilidades sociales. El reconocer que mis habilidades sociales son una interacción entre variables personales, ambientales y socio-culturales, mediadas por procesos de aprendizaje a lo largo de toda la vida, me dará la base para comprender mejor el porqué de mi conducta, y facilitará la aceptación de mí mismo enfrentado a un futuro esperanzador, donde seré capaz de solicitar ayuda si fuera necesario para el logro de esta habilidad social avanzada de hablar en público.

  • Planificar con antelación. El organizar con anticipación la información que se desea entregar, el conocerla y estudiarla, preparar un resumen, repetirlo frente a un espejo para revisar los movimientos que se realizarán, proporcionará la tranquilad de enfrentar a quienes escuchen.

  • Elegir e investigar algún tema para hablar. El conocer en profundidad una temática de interés es un buen inicio para fomentar la confianza y la capacidad de hablar en público. Esto contribuye en la seguridad al hablar frente a otros y disminuye la ansiedad de cometer algún error.

  • Generar momentos de relajación. Antes de comenzar a hablar, respirar profundo y controlar las expectativas respecto a la respuesta de la audiencia. Estar consciente de que hubo preparación, confiar y avanzar.

Sobre todas las cosas, recordemos que el Maestro de los maestros, Jesucristo, confía en nosotros y está dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos. Por lo tanto, podemos confiar.