“Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”. Proverbios 22:6, Nueva Versión Internacional online.

Evidentemente, un docente disciplinado, que tiene diseñado un plan de clase, que maneja contenidos y didáctica del aprendizaje de manera estructurada y con la capacidad de reflexionar y flexibilizar sus métodos de enseñanza, en definitiva contribuirá con el dominio de grupo que logre en el aula. Los estudiantes responden a lo observable, desde sus contextos. Por este motivo, es relevante considerar la preparación del docente para enfrentar los desafíos de las nuevas generaciones que, al tener tanta información, requieren no solo más motivación para aprender, sino también tener un docente capaz de cautivar y leer su necesidad educativa. Bajo esta lógica, a continuación presentaremos 4 estrategias para conseguir el dominio del grupo en el aula.

  1. Conocer a cada estudiante. En lo posible en su contexto familiar, visitarlos en casa, hablar con los padres, no solo por alguna falta, sino también para felicitarlos. Esto genera un vínculo virtuoso con la familia y el niño o niña sentirá que es importante para el docente y la escuela, generando motivación para asistir a clases e incluso poner más atención.
  2. Clases dinámicas. Utilizar metodologías activas, donde aprender haciendo se convierte en lo fundamental. Esto genera protagonismo del aprendizaje en los estudiantes.
  3. Tutores o líderes positivos. Siempre hay estudiantes que tienen mayor facilidad para captar o aprender en clase y generalmente son los que terminan antes las tareas o actividades. Por lo tanto, cuando tenemos un grupo curso numeroso, estos lideres o tutores pueden contribuir positivamente con el docente al tener la responsabilidad de apoyar a sus compañeros, por ejemplo, a terminar una tarea, explicándoles los pasos para culminar una actividad. Esto genera autoconocimiento, empatía, solidaridad.
  4. Garantizar un ambiente adecuado. La sala de clases es el espacio donde los estudiantes más tiempo pasan en la escuela por lo tanto es necesario crear un entorno de aprendizaje agradable, motivador, confortable y lo más estimulante posible. Esto facilita una mejor atención en el aula.

Y retomamos la idea fundamental con la que iniciamos nuestra reflexión, como estrategia infaltable para todo aquel que tiene el privilegio de educar: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de el”. Todo docente cristiano debe ser un facilitador de los diversos aprendizajes, para que sus estudiantes crezcan potenciando sus habilidades, su pensamiento crítico y reflexivo. El docente no debería brindar todas las respuestas, más bien orientar, instruir, guiar y, sobre todo, amar como el gran Maestro nos demostró.