Qué pasa si pierdo mi vocación
Desde la antigüedad, el concepto de ser maestro era equivalente a ser sabio. Esta percepción ha ido cambiando y ha generado que todos aquellos que se encuentran en esta profesión de alguna manera estén expuestos ante un juicio o prejuicio público de una sociedad demandante y exigente respecto a su quehacer docente, a sus buenas o malas prácticas y otros aspectos relativos a su profesión.