Nuestro mundo está cambiando, las sociedades están mutando y las percepciones de los seres humanos varían en relación a la forma de ver la vida, lo cual se relaciona fuertemente con las inteligencias que este pueda desarrollar.
Los cambios incesantes constituyen una experiencia cotidiana, de tal modo que el ser humano debe adecuarse a nuevas situaciones en lugar de acostumbrarse suficientemente a lo que denominamos el presente, que por lo demás es un tiempo móvil, instantáneo y esporádico. Entre estos cambios, con la fuerza de una revolución profunda, viene el planteamiento de Howard Gardner respecto al concepto de inteligencia: No una inteligencia sino inteligencias múltiples. Gardner define la inteligencia como el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas o fabricar productos valiosos en nuestra cultura y según este análisis, todos somos capaces de conocer el mundo a través del lenguaje, del análisis lógico-matemático, de la representación espacial, del pensamiento musical, del uso del cuerpo para resolver problemas o hacer cosas, de una comprensión de los demás individuos y de una comprensión de nosotros mismos.
Uno de los aspectos que la teoría de Gardner indica como relevante es la autovaloración. Es fundamental que cada ser humano, además de conocerse, sea suficientemente responsable para evaluar sus actos, sin desligarse de los otros de su grupo, en una perspectiva positiva de perfeccionamiento, a fin de darle el significado óptimo a la autovaloración y comprender que su aporte en conjunto con el de los demás favorece el desempeño y desarrollo de las buenas prácticas en cualquier escenario donde deba desenvolverse.Y esto no es nuevo, el apóstol Pablo ya lo mencionaba en sus cartas a la iglesia cristiana: “… el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? … Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿Dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros de cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso…” (1 Corintios 12:14-22). Esta cita, hace referencia a la importancia que cada ser humano tiene en el entorno donde se encuentra inserto, considerando que cada uno tiene características únicas e irrepetibles y que a partir de ello puede ser un aporte a la sociedad.
La teoría de Gardner deja manifiesta una nueva comprensión del desarrollo humano, lo que produce rectificaciones y reajustes significativos en los criterios biológicos, psicológicos, socioculturales y prácticamente en toda la actividad humana. Las personas aprenden, representan y utilizan el saber de muchos y diferentes modos y estas diferencias desafían al sistema educativo que supone que todo el mundo puede aprender las mismas materias del mismo modo y que basta con una medida uniforme y universal para poner a prueba el aprendizaje de los alumnos.
El desafío es grande y como docentes es necesario asumir que existen múltiples inteligencias que bien utilizadas favorecerán y estimularán el desarrollo armonioso de cada estudiante.
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