“…porque cuales son sus pensamientos íntimos, tal es él”. Proverbios 23:7, versión online.

Muchos pensamientos forman la historia no escrita de un solo día, y tienen mucho que ver con la formación del carácter y de cómo se enfrentará cada situación a lo largo de la vida.

En la actualidad, el perfeccionismo está ocupando un espacio cada vez más destacado en la sociedad. La Organización Mundial de la Salud confirma que existe un número creciente de jóvenes en todo el mundo que sufre de depresión o trastornos de ansiedad. Pareciera que los jóvenes de esta generación tienden a desarrollar en exceso el perfeccionismo. Estar pendiente de los detalles es bueno, pero no hay que perder el equilibrio. Se puede observar que las nuevas generaciones están padeciendo de intolerancia a la frustración y tienen la necesidad de que todo salga perfecto y que sea inmediato.

Algunos jóvenes albergan ideales irracionales, que se manifiestan en expectativas poco realistas en cuanto a su rendimiento académico o profesional, en el pensamiento exacerbado de lo que deberían tener, cómo se deberían ver y qué cantidad de bienes deberían poseer. Interiorizan el mito contemporáneo de que las cosas, incluidos ellos mismos, deberían ser perfectas. Se obsesionan con ganar la aprobación de los demás, intentando demostrar que su valor se configura a partir de su rendimiento, capacidades y habilidades, exagerando sus imperfecciones, pensando constantemente en lo que podrían haber sido, haber tenido o haber hecho. Esto les genera un cuadro de ansiedad. Ellos insisten en alcanzar la perfección, pero se ven superados, porque ¡nadie es perfecto! Esta actitud los empuja inevitablemente al fracaso y a la turbulencia psicológica. No obstante, y a pesar de que esto cada vez es más frecuente y está prácticamente instalado en nuestra sociedad, los maestros cristianos pueden ejercer una influencia importante en sus estudiantes, sabiendo que los pensamientos forman el carácter.

Por ello quisiera concluir con un texto inspirado que se encuentra en el segundo volumen del libro Mente, carácter y personalidad (versión online):

“Los pensamientos deben ser disciplinados. Controlad la mente para que trabaje en la dirección debida, y según las ordenes emanadas de planes bien formados. De esta manera, cada paso que se dé será hacia el progreso, y ningún esfuerzo o tiempo se perderá en seguir ideas vanas y planes trazados al azar.”

Es decir, el perfeccionismo es una forma de pensamiento que escapa a la realidad, pero que puede ser controlado y sujetado por la disciplina que ejerzamos sobre el pensamiento, con el fin último de tener una vida mejor, más plena y en equilibrio, asumiendo nuestra realidad imperfecta que se perfecciona en Dios.