“En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos”. -Jueces 17:6, versión Reina-Valera 2015 online.

El código de convivencia es una gran herramienta para las comunidades educativas. Permite que el desarrollo de las actividades se lleve a cabo con total normalidad durante el año académico, en el marco del respeto entre docentes y estudiantes.

Todo docente debería conversar acerca del tema con sus estudiantes, sobre todo al inicio del año escolar. Preguntar cómo les gustaría que sean las clases o cómo les gustaría ser tratados durante las clases, en el patio, en los recreos, etc. De dichos cuestionamientos surgen las normas de convivencia más comunes como las de “pedir la palabra para hablar, respetar a la maestra, a los compañeros, tirar la basura en el basurero, etc.”

Pero más allá de ser simples normas de convivencia en el aula, les deberían servir a lo largo de su vida, puesto que somos parte de una sociedad y la misma está basada en normas, reglas y leyes. Y conocerlas permite lograr una buena convivencia.

Tengamos muy en cuenta las palabras de la escritora cristiana Elena de White:

“Todo hogar cristiano debe tener reglas; y los padres deben, por sus palabras y su conducta el uno hacia el otro, dar a los hijos un ejemplo vivo y precioso de lo que desean verlos llegar a ser. Debe manifestarse pureza en la conversación y debe practicarse constantemente la verdadera cortesía cristiana. Enseñemos a los niños y jóvenes a respetarse a sí mismos, a ser fieles a Dios y a los buenos principios; enseñémosles a respetar y obedecer la ley de Dios. Estos principios regirán entonces su vida y los pondrán en práctica en sus relaciones con los demás. Crearán una atmósfera pura, que ejerza una influencia tendiente a alentar a las almas débiles en la senda hacia arriba que conduce a la santidad y al cielo. Sea cada lección de un carácter elevador y ennoblecedor, y las anotaciones hechas en los libros de los cielos serán tales que no nos avergonzaremos de ellas en el juicio. Los niños que reciban esta clase de instrucción … estarán preparados para ocupar puestos de responsabilidad y, mediante el precepto y el ejemplo, estarán constantemente ayudando a otros a hacer lo recto. Aquellos cuyas sensibilidades morales no hayan sido embotadas apreciarán los buenos principios; estimarán correctamente sus dotes naturales y darán el mejor uso posible a sus facultades físicas, mentales y morales. Esas almas se ven grandemente fortalecidas contra la tentación; están rodeadas de una muralla que no se derribará fácilmente”. El hogar cristiano, versión online.

Cuán importantes son las reglas claras, concisas y precisas, aquellas que no se prestan a la duda con los hijos ni con los alumnos. Vemos en el párrafo citado que, mediante la práctica constante de valores como el respeto, la obediencia y la disciplina, las personas podrán ser parte de una sociedad, tendrán relaciones armoniosas y al ejercer cargos de relevancia podrán desempeñarse con autonomía y responsabilidad, las cuales les fueron inculcadas desde la niñez.

Como docentes y padres debemos ser sensatos al momento de elaborar nuestras reglas de convivencia de tal manera que sean posibles de cumplir y, si no se cumplen, también ser justos y aplicar algún tipo de correctivo que también puede ser sugerido por los mismos estudiantes o hijos.

Concluimos con el consejo del sabio:

“El que detiene el castigo aborrece a su hijo, pero el que lo ama se esmera en corregirlo.”. Proverbios 13:24, versión Reina-Valera 2015 online.