“Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25:40, Nueva Versión Internacional online).

Desde la antigüedad, el concepto de ser maestro era equivalente a ser sabio. Esta percepción ha ido cambiando y ha generado que todos aquellos que se encuentran en esta profesión de alguna manera estén expuestos ante un juicio o prejuicio público de una sociedad demandante y exigente respecto a su quehacer docente, a sus buenas o malas prácticas y otros aspectos relativos a su profesión.

Si pudiéramos consultar a un docente qué le llevó a tomar la decisión de ser maestro, probablemente nos diría que fue por “vocación”.  Pero, ¿qué entendemos por vocación? Aristóteles, renombrado filósofo griego, explicó el concepto con simpleza y precisión:

“Ahí donde se cruzan tus dones y las necesidades del mundo, está la vocación”.

De acuerdo a lo expresado, se deduce que desde esta profesión es posible contribuir a la sociedad, produciendo nuevos conocimientos que involucran el “saber hacer” donde a partir de ello los estudiantes pueden adquirir habilidades, destrezas, actitudes, valores, e identidad entre otros muchos saberes. Sin ir más lejos, el trabajo del docente no se reduce solamente a dar clases, traspasar conocimientos o cumplir con un curriculum exigido por un Estado, sino que también implica el poder influir en otros movilizando conciencias, generando pensamiento crítico, posibilitando la reflexión y provocando acciones donde los educandos logren visualizarse y ser ciudadanos independientes, capaces de resolver situaciones problemáticas y desafiantes en su vida cotidiana, asumiendo responsabilidades cada vez mayores en la medida en que vayan creciendo.

Actualmente la presión que reciben los docentes respecto a su labor es, para muchos, un detonante potente que les hace replantearse continuamente si es su vocación el educar. Por ese motivo nos parece importante presentar algunos datos inspiradores que relevan la labor docente y al mismo tiempo nos permiten motivar a aquellos que han optado por esta profesión para animarlos a continuar y reflexionar sobre la decisión que en algún momento tomaron.

Datos:

  • Un estudio de la Universidad de Chicago reveló que un solo maestro inspirador puede mejorar significativamente las perspectivas académicas y emocionales de un estudiante.
  • La Fundación Gates informó que los maestros de alta calidad son uno de los factores más importantes para el éxito académico de los estudiantes.
  • Muchos docentes exitosos han pasado por momentos de duda. El maestro Ron Clark, por ejemplo, enfrentó grandes desafíos en su carrera antes de convertirse en un educador altamente reconocido y autor de varios libros influyentes.
  • La investigación de la Universidad de Stanford encontró que el reconocimiento y la gratitud por parte de estudiantes y padres pueden mejorar significativamente la satisfacción y motivación de los docentes.
  • Los maestros juegan un papel crucial en la construcción de comunidades fuertes y en el fomento de un futuro más prometedor.

Podríamos seguir mencionando datos motivadores para continuar en este rubro tan noble, pero querido lector, si aún piensa en qué pasaría si pierde su vocación, le invito a conectar con el propósito de su labor y recordar el impacto positivo que puede tener en la vida de sus estudiantes, le invito a crear espacios de trabajo colaborativo, a reconocer y celebrar logros, a levantar la moral y desarrollar el autocuidado equilibrando su vida laboral y personal. Pero no puedo terminar sin destacar las palabras del Maestro de maestros:

“Os aseguro que todo lo que hayáis hecho en favor del más pequeño de mis hermanos, a mí me lo habéis hecho”.

Ese es el motor. En síntesis, el servicio que podemos brindar a través de la educación es la gran motivación.

Queridos docentes: ¡Firmes y adelante!