Cuando Jesús llamó a sus primeros discípulos, “…al instante dejaron las redes y lo siguieron”. (Marcos 1:18) ¿Será que su llamado hoy demanda la misma respuesta?

En la era actual, el uso de redes sociales se ha vuelto una parte integral de la vida cotidiana. Estas plataformas ofrecen una gran oportunidad de conexión y comunicación, pero también traen consigo el riesgo del exceso. Desde una perspectiva cristiana, es importante reflexionar sobre cómo el uso desmedido de las redes sociales puede afectar nuestra vida espiritual, nuestro tiempo y nuestras relaciones. La Biblia, aunque escrita hace siglos, ofrece sabiduría que sigue siendo relevante para mantener un equilibrio saludable en todas las áreas de la vida, incluyendo el uso de la tecnología. A continuación, consideraremos algunos puntos a tener en cuenta:

Priorizar el tiempo con Dios. El tiempo es vida. Es un recurso limitado, no renovable; por lo tanto, una vez que lo utilizamos, no podemos recuperarlo. En Mateo 6:33 Jesús nos invita: “Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas.” Este pasaje nos recuerda que, antes de dedicar tiempo a las redes sociales o cualquier otra actividad, debemos centrar nuestro corazón en Dios. Es fácil pasar horas en redes sociales, pero este texto bíblico nos invita a reorganizar nuestras prioridades, dándole a Dios el lugar que realmente se merece.

Evitar la comparación y la envidia. Normalmente, en las redes sociales observamos sonrisas y alegrías fingidas, imágenes cuyas apariencias nos indican una “felicidad” completa. Sin embargo, detrás de cada una de ellas hay realidades que son totalmente diferentes. A menudo dichas publicaciones muestran solo los aspectos felices o atractivos de la vida de las personas, lo cual puede llevar a la comparación y, eventualmente, a la envidia, pues nos lleva a querer imitar lo que vemos. Proverbios 14:30 dice: “El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia carcome los huesos.” Este pasaje nos advierte sobre los efectos negativos de la envidia y nos recuerda que es necesario cultivar un corazón agradecido, que encontrará satisfacción en lo que ya hemos recibido de Dios. Ser agradecidos con lo que el Señor nos da no es ser conformistas, sino más bien luchar por agradar a Dios con todo lo que somos y tenemos.

Ser prudentes con lo que compartimos. Como se menciona más arriba, no todo lo que vemos en las redes sociales es sincero y honesto; por lo tanto, como personas equilibradas y coherentes, las publicaciones que realizamos también deben coincidir con lo que predicamos, con nuestro estilo de vida. La Biblia nos llama a ser prudentes con nuestras palabras y acciones. En Efesios 4:29, Pablo nos exhorta a usar nuestras palabras para edificar a otros: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan.” Es importante recordar esto al interactuar en redes sociales. En lugar de publicar contenido impulsivo o negativo, debemos preguntarnos si nuestras publicaciones contienen el amor y la gracia de Dios, y si inspiran a otras personas a acercarse más a él.

Practicar la moderación y el autocontrol. La moderación es una cualidad muy poco vista en esta era de consumismo excesivo. Se vive de apariencias en todos los ámbitos, no solo los adultos, sino también niños, adolescentes y jóvenes. Proverbios 25:28 dice: “Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda”. Este pasaje nos exhorta a ser personas con autocontrol, cuidando cómo empleamos nuestro tiempo y energía. La falta de moderación en el uso de las redes sociales puede llevarnos a descuidar nuestra vida espiritual, nuestras relaciones y hasta nuestra salud mental. Practicar el autocontrol en el uso de las redes sociales nos ayuda a vivir con prudencia, y de esa manera también podremos tener una salud más equilibrada y armoniosa.

Buscar la paz y el descanso espiritual. Sabemos que el horario laboral y/o de estudio no debe exceder las ocho horas diarias o 40 horas semanales. Más aún en la sociedad urbana donde todo parece correr con más prisa. Personas que salen sobre la hora para llegar a sus trabajos, estudiantes que llegan estresados a la escuela porque se acostaron tarde y por ende también se levantaron tarde. Llegan al colegio desganados y somnolientos, sin haber desayunado. ¿Qué ánimos para estudiar tendrían? En Mateo 11:28, Jesús nos invita a ir a él para encontrar descanso: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.” Cuando nos sentimos abrumados o insatisfechos por la vida que vemos en redes, este versículo nos recuerda que el verdadero descanso y paz no se encuentran en unos minutos u horas dedicadas a ver historias, estados o vídeos en las redes, sino en una relación genuina con Jesús. Él es el único que puede darnos un verdadero descanso de nuestra vida ajetreada.

Cultivar relaciones reales. Si pudiéramos hacer una lista de los amigos verdaderos que tenemos, ¿a cuánto llegaría el número? ¿Los contamos con los dedos de una mano? ¿Qué es más importante? ¿Saber con quién cuento cuando realmente necesito una mano amiga, una palabra de aliento, un abrazo de consuelo, o cuántos seguidores tiene nuestro perfil de Instagram, Facebook, Tiktok, etc.? Hebreos 10:24-25 nos llama a no dejar de congregarnos y a animarnos unos a otros en la fe: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos.” Sin darnos cuenta, las redes sociales nos aíslan de las personas que están a nuestro alrededor, nos aíslan de nuestra familia, de nuestros amigos, del mundo real. Nos volvemos indiferentes, todo nos parece “normal”. Las redes pueden dar la falsa sensación de conexión, pero es vital que dediquemos tiempo a cultivar relaciones reales, cara a cara, que nos permita crecer y compartir nuestras alegrías y tristezas con otras personas de manera presencial.

El uso constante de las redes sociales en sí no es malo, pues hay personas que de hecho trabajan de ello; lo malo es cuando ocupan completamente nuestro tiempo, cuando olvidamos las prioridades y no somos equilibrados. Los textos mencionados nos llevan a reflexionar sobre la importancia de poner a Dios, al estudio de la Biblia y al cultivo de relaciones personales reales antes que las redes sociales, a no vivir aisladamente, sino a relacionarnos, a estudiar y compartir la Palabra, valiéndonos de otros recursos para complementar las enseñanzas para nuestra vida diaria.

La escritora cristiana Elena de White observa:

“Los jóvenes necesitan precisamente lo que no tienen; esto es, religión (volver a ligarse o unirse con Dios). Nada puede sustituirla. De nada vale la sola profesión de la religión. Los nombres están registrados en los libros de la iglesia terrena, pero no en el libro de la vida. Se me mostró que no hay uno entre veinte jóvenes, que sepa lo que es la religión experimental. Viven para servirse a sí mismos, y sin embargo profesan ser siervos de Cristo; pero a menos que rompan el hechizo que está sobre ellos, pronto se darán cuenta de que es suya la suerte del transgresor. En cuanto a abnegación o sacrificio por la causa de la verdad, han hallado un camino mucho más fácil que pasa por alto estas cosas. En cuanto a los ruegos fervientes acompañados de lágrimas y clamor a Dios por su gracia perdonadora y porque les dé fuerza para resistir las tentaciones de Satanás, han encontrado que es innecesario ser tan fervientes y celosos; se pueden arreglar bien sin ello. Cristo, el Rey de gloria, iba con frecuencia a las montañas y los lugares desiertos para presentar a su Padre el pedido de su corazón; pero el hombre pecador, en quien no hay fuerza, piensa que puede vivir sin tanta oración.” (Testimonies for the Church, t. 1, pp. 503-505).