Las tecnologías digitales llegaron para quedarse, y nuestros niños han nacido en la era digital, por lo que es responsabilidad de los padres y educadores facilitarles la incorporación positiva de la tecnología.

Comenzamos a advertir que los niños que pasan tiempo viendo videos en una tablet o un smartphone dejan de prestar atención al entorno y, por lo tanto, pierden la capacidad de relacionarse con otros durante ese rato.

Este tipo de entretenimiento no favorece la imaginación o la creatividad de los niños. Lo positivo de interactuar con otros niños o incluso con objetos no tecnológicos se pierde en la atracción que los dispositivos electrónicos ejercen sobre los pequeños. Mediante este tipo de dispositivos, los niños reciben, consumen, se divierten, pero pierden otro tipo de interacciones. Esto puede acarrear tres grandes problemas:

  • Dependencia. Si a los adultos nos cuesta reconocer cuando algún hábito perjudicial se instala en nuestro estilo de vida, con cuánta cautela debemos observar lo mismo en nuestros niños. Nadie desea ser esclavo de la tecnología o de cualquier otra cosa.

  • Peligro de corrupción moral. Sin la supervisión adecuada, el niño puede acceder a contenido no permitido, como escenas de violencia, eróticas, etc.

  • Obesidad y problemas posturales. El tiempo dedicado al consumo de contenidos donde lo único que el niño mueve son los ojos o sus dedos no puede competir con las actividades físicas que necesita todo organismo para desarrollarse equilibradamente.

La mejor preparación para el mundo online es el mundo real. Durante las interacciones en tiempo real con personas reales, los niños preguntan, opinan, cuestionan, gestualizan y expresan emociones.

Debemos recordar que el juego al aire libre es una magnífica oportunidad que ayuda a todos los procesos del desarrollo infantil: desarrollo físico, sensorial, afectivo, emocional, cognitivo, psicomotor, del habla y del lenguaje. Los padre cristianos, por sobre todo, desean que sus niños también se desarrollen espiritualmente, mediante el contacto directo con la naturaleza, que es una carta abierta del amor y la sabiduría del Dios creador.

Del juego depende la imaginación y la creatividad, la adquisición de todo tipo de habilidades, la toma de conciencia de sí mismo y la construcción de la propia identidad personal. La tecnología no debe reemplazar ningún tipo de interacción (ni con padres, amigos, ni maestros) sino acercarlos de manera ingeniosa a la realidad que viven. Se ha demostrado que la exposición temprana a estos dispositivos puede desembocar en una adicción que, cuánto más temprano sea su acceso, más difícil será de controlar en años venideros.

La interacción de los niños con tabletas, ordenadores, teléfonos móviles o cualquier otro dispositivo tecnológico debe ser reconocida por ellos no solamente como un entretenimiento. Depende de los adultos presentar la tecnología como una herramienta de trabajo en casa y en el aula. Los dispositivos tecnológicos son simplemente una herramienta más, no son la solución de entretenimiento o felicidad. La tecnología seguirá ofreciendo más y más dispositivos; pero el amor y la interacción familiar saludable en tiempo real, cara a cara, no pueden reemplazarse con ningún dispositivo.