“Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará y te preservará la inteligencia” (Proverbios 2:10-11, RVR 1960 online).
Desde los orígenes de este mundo el ser humano ha presentado la necesidad de comunicarse. Constantemente se puede observar cómo se han ido desarrollando diversas formas de comunicación, desde la oral, el lenguaje de señas entre otros, hasta la comunicación a distancia a través de medios tecnológicos avanzados. Hoy más que nunca, en el área educativa, las telecomunicaciones han facilitado que las personas se puedan desempeñar de manera más eficiente. Sobre todo, atravesando una pandemia mundial, ha situado a estos recursos tecnológicos como una de las soluciones principales respecto de las muchas problemáticas que se presentan por el confinamiento. Aunque no podemos desconocer también que el uso de la tecnología no siempre arroja los mejores resultados (haciendo referencia a aspectos sociales que influyen en el autoconocimiento de niños, adolescentes y jóvenes).
Mencionaremos algunas aseveraciones que contextualizan el uso de las tecnologías:
Solo al mencionar algunos aspectos que evidencian el uso de las tecnologías, surge una reflexión respecto al desafío que tenemos como docentes al enfrentarnos a esta nueva era tecnológica, y donde podemos preguntarnos: ¿Qué queremos comunicar? ¿Cómo generamos conciencia en los estudiantes y sus contextos más cercanos para lograr el buen uso de la tecnología? ¿Cómo incorporamos a los padres en este sistema tan global de comunicación? Y ¿cómo usamos correctamente las tecnologías a favor de todos aquellos que estamos involucrados en educación? Las respuestas son variadas, sin embargo, es posible coincidir en que, en el plano educativo y comunicacional, debemos evitar transmitir una imagen distorsionada o idealizada de lo que es la tecnología, ya que al no ser un fin en sí misma, está a nuestra disposición como una herramienta potente de aprendizaje y que bien utilizada puede ser un gran aporte para la sociedad.
Por ello, recordamos el proverbio con el que iniciamos este artículo: “Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuere grata a tu alma, la discreción te guardará y te preservará la inteligencia”.
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