Ser padres
“Los hijos que tenemos son un regalo de Dios. Los hijos que nos nacen son nuestra recompensa”. Salmo 127: 3, TLA (ver cita online)

Ser se usa para atribuir al sujeto de la oración una cualidad o condición intrínseca, natural o permanente, que se expresa mediante un adjetivo, un complemento preposicional, un nombre o una oración equivalente. También se emplea para indicar el oficio o profesión que una persona tiene o alguna actividad o dedicación habitual.

Es una palabra tan pequeña, pero implica grandes cosas.

En este caso nos referiremos al oficio de ser padres, una tarea que no tiene un currículo, no viene con un manual, carece de una guía específica orientadora.

¿Cómo lograr ser buenos padres? ¿Qué indicaciones debemos tener en cuenta en esta tarea tan importante? ¿Cuáles son los pasos que pueden seguir las personas que quieren ser buenos padres?

En primer lugar, debemos pedir el consejo de nuestro Creador. En su Palabra encontramos algunas experiencias ejemplificadoras, como la de los padres de Sansón. Al saber que tendrían un hijo, hablaron con el Señor y le preguntaron “qué debían hacer con el niño” (Jueces 13:1-14). Como la experiencia de María quien, al escuchar el anuncio del ángel, con toda sumisión se entregó en las manos del Señor, expresando: “que se haga la voluntad del Señor” (Lucas 1:38). Sin duda, quién mejor que Dios y su Palabra para aconsejarnos y apoyarnos a fin de ser los mejores padres.

Tengamos en cuenta buscar siempre lo que dice el Señor. «La obra de todos los padres consiste en educar a sus hijos en los caminos del Señor. Esta no es una cuestión que pueda tratarse livianamente, o dejarse de lado, sin incurrir en el desagrado de Dios. No se nos ha llamado a decidir cuál es la conducta que deben seguir otros, o cómo podemos hacer las cosas más fácilmente, sino que debemos preguntarnos: ¿qué dice el Señor? Ni los padres ni los hijos pueden tener paz o felicidad o reposo de espíritu cuando transitan por una senda falsa. Pero cuando el temor de Dios reine en el corazón combinado con el amor a Jesús se experimentarán paz y gozo». (Conducción del niño, p. 63. Leer cita online).

En segundo lugar, busquemos asesoría de las personas que tienen experiencia. ¿Quiénes? Nuestros padres, abuelos, tíos, etc. Consultemos con ellos sobre algunos temas específicos, es obvio que no será el mismo problema o la misma situación por la que estemos pasando, pero la experiencia de los años puede brindarnos mucha sabiduría.

La “educación” significa más que un curso de estudios. La educación comienza cuando el niño está en los brazos de su madre. Mientras la madre moldea y forma el carácter de sus hijos, los está educando” (Conducción del niño, p. 26. Leer cita online).

«La educación de un niño comienza veinte años antes de su nacimiento, con la educación de sus padres».

Esta frase atribuída a Napoleón Bonaparte quedó para la historia. Si la tenemos en cuenta, tiene mucho sentido. La educación de los hijos depende de la educación que hayan recibido de los padres. Sin embargo, toda regla tiene su excepción, porque si crees que tus padres no te educaron bien y no quieres lo mismo para tu hijo, el trabajo será netamente tuyo.

En tercer lugar, pero no menos importante, sugiero la lectura de materiales que hablen sobre la tarea de los padres. Vivimos en la era de la información en todo tipo de soportes, podemos buscar en Internet y encontraremos miles de artículos; podemos leer libros sobre crianza, sobre educación, etc. Todo lo que podamos leer sobre el tema nunca estará de más, y los consejos serán de mucha utilidad.

Como se mencionó anteriormente, quizá un consejo no sirva para todas las situaciones, pero siempre hay adecuaciones que se pueden realizar, adaptaciones que surgen en el camino de los padres.

Ser padres es un aprendizaje continuo que inicia mucho antes del nacimiento del hijo y no tiene fin. Nada mejor que pedir y escuchar siempre la orientación de nuestro Padre celestial.