El abuso sexual es una problemática compleja que está presente en todo el mundo. Se origina por diversas razones y combina varios factores. Puede afectar a cualquier niño, sin distinción de raza, género, estatus social, económico o educativo.
Señales para detectar el abuso en niños
Brenda Gónzalez, en su artículo titulado “Taller para la detección de casos de abuso sexual infantil en niños de Educación Básica”, publicado en la revista Psicología Iberoamericana (enero-junio, 2009, Vol. 17, N 1, pp. 24-27), menciona que el abuso sexual es una problemática compleja que está presente en todo el mundo. El abuso se origina por diversas razones y combina varios factores. Puede afectar a cualquier niño, sin distinción de raza, género, estatus social, económico o educativo. La autora afirma que los abusos sexuales pueden darse en forma de caricias indebidas, exhibicionismo, proyección de imágenes, etc.
Si bien, según distintos especialistas, existen varias señales que podrían ayudar a detectar un abuso en niños, cabe aclarar que las siguientes listas no son determinantes ni excluyentes para confirmar un abuso. Siempre se recomienda la consulta con especialistas y profesionales.
Iván Renato Zúñiga Carrasco, jefe del Departamento de Epidemiología y miembro del Comité de Investigación en Salud de Playa del Carmen, plantea la siguiente lista en su artículo titulado “Abuso sexual infantil: una alerta para el personal médico de primer contacto”, publicado en la revista especializada Archivos de Investigación Materno Infantil, 5(1), 3-10):
Se resiste a ir a ciertos lugares o a quedarse a solas con ciertas personas.
Sufre trastornos en la alimentación: poco o mucho apetito de pronto.
Manifiesta nuevos temores y necesita que se le tranquilice mucho más que antes.
Manifiesta rechazo por el padre o la madre de forma repentina.
Se percibe una baja en su rendimiento escolar y cambia su comportamiento social.
Reacciona ante cualquier contexto sexual: puede parecerle demasiado interesante o totalmente aborrecible. Los niños abusados reaccionan de distinta manera, pero siempre lo sexual queda desvirtuado.
Puede comportarse seductoramente hacia niños de su propia edad o más pequeños que él, de tal forma que puede llegar a ser un factor de riesgo para otros niños.
Afirma que tiene el cuerpo sucio o dañado. Esta es una característica común en el niño que ha sido abusado sexualmente: siempre se siente sucio.
Tiene miedo de que haya algo malo en sus genitales.
Los juegos infantiles típicos suelen carecer de sentido para un niño o niña abusados.
Puede manifestar una conducta seductora hacia los adultos, profesores, etc.
Presenta trastornos de tipo disociativo o conversivo.
En tanto la guía conceptual “Por qué, cuándo y cómo intervenir desde la escuela ante el maltrato a la infancia y la adolescencia”, editada por UNICEF, divide las señales de acuerdo con el tipo (indicadores físicos) y la edad (indicadores psicológicos):
Indicadores físicos
Lesiones externas: Moretones, contusiones o sangrado en los genitales externos. Dolor o picor en la zona vaginal o anal. Dificultades para caminar y sentarse. Embarazo (especialmente al inicio de la adolescencia). Señales extra físicas: ropa interior rasgada o manchada.
Indicadores psicológicos por edad
Lactantes: Irritabilidad. Llanto persistente injustificado.
Primera infancia: Masturbación compulsiva. Juegos sexuales inapropiados para la edad del niño/a. Trastornos del sueño (pesadillas, terrores nocturnos). Miedos intensos (para ir a la cama, acercarse o permanecer con ciertas personas). Cambios notorios en los hábitos alimentarios (por exceso o restricción en la ingesta). Crisis de llanto sin explicación.
Niños en edad escolar: Trastornos del aprendizaje. Dificultades en la integración al grupo de pares. Cefaleas (dolores de cabeza) o dolores abdominales que no corresponden a causa orgánica. Fobias escolares (negarse a ir o a permanecer en la escuela). Miedos. Enuresis secundaria (incontinencia de la orina, cuando anteriormente la controlaba). Encopresis secundaria (incontinencia de la caca, cuando anteriormente la controlaba). Dificultades para aceptar compartir un vestuario con sus pares por temor a ser visto sin ropa. Conductas hipersexualizadas.
Adolescentes: Cefaleas (dolores de cabeza) o dolores abdominales que no corresponden a causa orgánica. Patología alimentaria manifiesta (anorexia o bulimia). Fugas del hogar. Consumo de alcohol o drogas. Manifestaciones autoagresivas de distinto tipo. Intentos de suicidio. Comportamientos sexuales promiscuos. Conductas antisociales. Cambios en el rendimiento escolar. Deserción escolar. Cambios en la vestimenta o el aspecto.
Indicadores en el rendimiento y vida social escolar
Dificultades de concentración y sostenimiento en las tareas. Reducción del contacto con el mundo exterior que los lleva a un desinterés por las actividades vinculadas al aprendizaje. Aislamiento del grupo de pares, evita la participación en juegos. Negativa repentina a participar de actividades físicas. Descenso brusco del rendimiento escolar. Dificultades en la capacidad de memoria y atención. Trastornos del comportamiento que irrumpen sin causa aparente que lo justifique.
Ante cualquier sospecha de abuso, actuar rápidamente siguiendo el protocolo escolar, buscando la protección del menor y la intervención de los profesionales preparados para tales situaciones.
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