“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21, versión RVR 1960 online).
La humanidad progresa constantemente y las sociedades van reflejando los cambios. En el ámbito pedagógico se han desarrollado nuevos métodos para el logro de los aprendizajes. Sin embargo, a veces es difícil incorporar estos métodos en la educación tradicional. Conviven hoy metodologías desactualizadas y modernas. El sistema educativo no debería limitar el espacio de los estudiantes para que desarrollen su creatividad y autonomía, sus inteligencias múltiples, sus potencialidades y sus habilidades.
L. S. Vygotsky aseveró que la creatividad es una acumulación de procesos históricos condicionados por ideas anteriores ya generadas. Es decir, cualquier idea creativa, incluso una personal, incluye un componente social. Es decir, estos “nuevos métodos” de enseñanza se deben en gran medida al movimiento y modificación de los métodos antiguos. En otras palabras, lo “nuevo” es el resultado de ideas ya concebidas. Y en este aspecto, la docencia debe partir desde estas consideraciones con honestidad, como también desde una apertura generosa y amorosa. Humberto Maturana asevera que “amar educa” y “que la reflexión y las emociones se deben rescatar, especialmente la del amor que sostiene y funda lo humano”.
En la actualidad, las exigencias de la vida contemporánea, el avance de la ciencia y la tecnología y los nuevos modelos educacionales implementados especialmente en estos últimos tiempos de pandemia que nos confinó a espacios limitados y reducidos, nos invitan con vehemencia a replantearnos como docentes qué nuevas formas de enseñanza y aprendizaje debemos utilizar para potenciar en nuestros estudiantes las actividades intelectuales, la creatividad, la inclusión y autonomía para el logro de una educación integral y de calidad. Pero de manera señalada debemos asumir que es de extrema importancia estar capacitados como profesores, académicos, maestros para ejercer una docencia creativa, que implique el dominio de la teoría sobre la creatividad y al mismo tiempo relevar un clima positivo en las aulas virtuales o presenciales, aplicando estrategias que favorezcan los aprendizajes deseados y promoviendo en los estudiantes la reflexión crítica, autónoma y creativa, generando comprensión de lo que aprende y cómo lo aprende, independencia y libertad. Es decir, un estudiante con plena conciencia de sus aprendizajes y de lo que puede hacer con ellos.
Hoy las realidades de las nuevas formas de enseñar nos presentan alternativas eficientes para aprender. La enseñanza tradicional felizmente ha sufrido transformaciones con la asimilación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs), que facilitan los aprendizajes y los tornan más dinámicos. Lo importante es no perder de vista el énfasis que debe tener la educación: “formar seres humanos integrales y socialmente responsables”.
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