“Todo el que recibe de mi parte a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe, no solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió” (Marcos 9: 37, NTV online).

Se denomina frustración a ese sentimiento desagradable que se produce cuando las expectativas de una persona no se ven satisfechas, al no poder conseguir lo pretendido. Es una respuesta de tipo emocional, que tiene origen en un conflicto de carácter psicológico ante alguna circunstancia o evento no gestionado.

La frustración genera un sentimiento de impotencia, angustia y tristeza tras un fracaso. Por lo general, todos pasamos por ciertas frustraciones en algún momento de la vida, provocadas por no poder cambiar o conseguir algo. Pero depende de cómo las enfrentamos para seguir adelante.

Citamos algunas causas de frustración, especialmente en los niños:

  • Por el incumplimiento de alguna promesa de uno o ambos padres o algún familiar cercano.

  • Por la exigencia de una buena calificación por parte de los padres.

  • Al participar de una competencia y no obtener el 1er puesto.

  • Cuando un amigo/a sabe lo que le gusta o lo que necesita y no lo hace o no lo complace.

  • Cuando no recibe halagos por algún logro obtenido.

  • Cuando desea hablar de algún tema de su interés y no es escuchado por padres y docentes.

  • Cuando no es elegido para participar de un grupo de trabajo, estudio o equipo de deporte.

  • Cuando no se lo tiene en cuenta en algún evento cultural o artístico en la escuela.

Son muchas las situaciones que quizá, como adultos, nos parezcan insignificantes; pero la mente de los niños es más sensible a pequeños momentos, en los cuales pueden sentirse de menos o excluidos de tal o cual evento y esto le resulta frustrante.

En cuanto al apoyo de los padres y docentes, es importante tener en cuenta:

  • Orientar que muchas veces no podemos controlar toda la situación.

  • Acompañar dicho momento y explicar al niño o adolescente que no siempre podemos tener o hacer todo lo que nos gusta.

  • Explicar que no todo lo que nos proponemos tendrá un ciento por ciento de éxito.

  • Inculcar desde muy temprana edad que los fracasos son parte de la vida.

  • Explicar que luego de un fracaso estamos más preparados para realizar aquello que pretendemos y estamos a un paso más cerca de lograrlo.

Como padres, muchas veces queremos allanar el camino de nuestros hijos, pensamos que estamos evitando que tropiecen o que se lleven alguna desilusión, sin embargo, eso no está bien. Debemos dejar que ellos cometan sus propios errores y como padres o docentes, estar allí para brindar el apoyo y la contención que necesitan.

En la Palabra de Dios, encontramos varios ejemplos de personas que se frustraron; profetas que pensaron en la muerte, reyes que no tuvieron todo lo que querían, discípulos que estuvieron cara a cara con el Maestro, pero que llegado el momento pusieron en duda su fe y todo lo aprendido.

Agregando a lo anterior, todos en algún momento pasamos por frustraciones, dar soporte a los más pequeños es responsabilidad de los adultos, teniendo siempre presente que Dios está a nuestro lado para brindarnos su apoyo incondicional.

“No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará” (Deuteronomio 31:8, NTV online).