La inteligencia emocional es un tema instalado en la comunidad educativa y, como profesionales de la enseñanza, percibimos una necesidad creciente de desarrollar este tipo de inteligencia en nuestros estudiantes y en nosotros mismos.

Tengo la plena seguridad que, si cada familia se esforzara en desarrollar la inteligencia emocional, nuestra sociedad no estaría en la crisis en la que se encuentra actualmente; como expliqué en un artículo anterior (Inteligencia emocional y cociente intelectual ¿cuál importa más?). La inteligencia emocional es tan importante como la inteligencia intelectual o cognitiva, ya que juntas permiten que los individuos logren utilizar sus destrezas acertadamente, siendo seguros, respetuosos consigo mismos y con los demás, con metas claras y, por ende, mayor probabilidad de alcanzarlas. Entonces, ¿cómo logro iniciar el desarrollo de mi inteligencia emocional si nunca lo he hecho? ¿Por dónde empiezo?. Aquí comparto algunas recomendaciones que pueden ser de utilidad:

  • Reconocer que tus emociones son tan importantes como tu razón. Debes trabajar con tus emociones así como con tu razón.

  • Identificar las emociones básicas en ti mismo. Esto es, el enojo o la ira, la tristeza, el desagrado, la alegría, el temor y el miedo.

  • Deberías preguntarte: ¿Qué es lo que despierta mis emociones? ¿Qué situaciones me producen enojo? ¿Cuándo fue la última vez que sentí tristeza? ¿Cuándo o ante qué situaciones me siento feliz?

  • Analizar y reflexionar si ante cada emoción tienes una actitud adecuada. Algunos ejemplos: Si estás enojado con tu hijo, ¿le gritas, lo golpeas, dejas de hablar o tienes la capacidad de expresar lo que te molestó? ¿Conoces la asertividad y la sabes usar? Cuando estas triste, ¿te encierras en tu habitación sin comer ni bañarte y sin deseos de ver a nadie?

  • Leer sobre la inteligencia emocional. Al finalizar el artículo te recomendaré algunos libros y autores que te pueden ayudar a fortalecerla.

Como te darás cuenta, el paso más importante es identificar qué situaciones te generan determinadas emociones y a su vez, reconocer si las manejas o ellas te manejan a ti. Es importante que los padres asuman este aspecto como prioridad en la crianza y desarrollo evolutivo de sus hijos. No olvides que eres el ejemplo más vivido e importante para tu hijo.