Independientemente de la edad en que se aprenda a leer, se produce una modificación en el cerebro y su procesamiento.
Maluf & Sargiani, 2013.

Lectura y cerebro

La lectura es uno de los aprendizajes más complejos que las personas llevan a cabo, por lo que no existe solamente una región específica del cerebro dedicada a la lectura. Se requiere de la interacción coordinada de diversos sistemas cerebrales (visuales, auditivos, motores, cognitivos y de lenguaje) para aprender a leer. Esto se desarrolla con el tiempo, iniciando desde el primer contacto con las letras hasta dominar la lectura experta (López-Escribano, 2012).

La lectura fluida hace referencia a poder leer de una manera precisa, rápida y sin esfuerzo (Castejón, González-Pumariega & Cuetos, 2011), con el ritmo y expresividad adecuada, haciendo las pausas pertinentes en función de las marcas gráficas para lograr finalmente la comprensión de lo que se lee (Calero, 2014).

Mientras que el lenguaje oral se desarrolla de forma natural con las influencias ambientales apropiadas, la lectura es un constructo cultural y su adquisición requiere esfuerzo y debe ser explícitamente enseñada (López-Escribano, 2012).

Estrategias educativas:

  • Modele. Lea en voz alta para mostrarle al niño cómo suena una lectura fluida mientras él sigue con la vista el texto. También se podría utilizar audiolibros para que el niño escuche el relato mientras lee el libro.

  • Lea lo mismo varias veces. El encuentro frecuente con las palabras escritas ayuda a lograr el automatismo de las mismas, ya que genera una representación mental de esas palabras en la memoria de trabajo del lector.

  • Trabaje las destrezas prosódicas. No cambie de lectura hasta que el niño domine la entonación, fraseo adecuado, acento y pausas del texto elegido.

  • Corrija todas las veces que sea necesario. Si el niño se equivoca al leer, es importante que lo corrija pacientemente para que no guarde en su memoria de trabajo la representación auditiva errónea de una palabra.

  • Elija textos significativos. Es necesario que el niño pueda elegir una temática que le interese. Esto contribuirá a la motivación para leer y a un aprendizaje significativo.

  • Calero, A. (2014). Fluidez Lectora y Evaluación Formativa. Investigaciones Sobre Lectura, (1), 33-49.
  • Castejón, L., González-Pumariega, S., & Cuetos, F. (2011). Adquisición de la fluidez en la lectura de palabras en una muestra de niños españoles: un estudio longitudinal. Infancia y aprendizaje, 34(1), 19-30.
  • López-Escribano, C. (2012). Aportaciones de la neurociencia al aprendizaje y tratamiento educativo de la lectura. Aula, 15, 47-78.
  • Maluf, M. R., & Sargiani, R. D. A. (2013). Lo que la neurociencia tiene que decir sobre el aprendizaje de la lectura. Revista de Psicología de Arequipa, 3(1), 9-23.