El hogar es el lugar más importante para el crecimiento y desarrollo integral de nuestros hijos, además de brindar un sentido de pertenencia y afianzar su identidad personal.

Todos los niños necesitan un hogar donde se sientan queridos todo el tiempo; ya que es el primer lugar que el niño conoce y el más importante para su salud emocional.

Por eso se convierte en la fuente principal de la adquisición de amor, comunicación, paciencia y fuertes dosis de «te quiero», abrazos y besos sinceros. Lo que realmente ocurre en un hogar y que nadie ve es lo que determinará el desarrollo y salud emocional de los niños. No todo es mantenerlos sanos con buena comida, vestirles a la última moda, comprarles los últimos juguetes o que vayan al colegio más caro. Ni mucho menos. Los niños necesitan sobre todo, que se cuide su interior, su corazón y su mente; y que ambos padres vayan en esa misma línea educativa.

Cuando papá y mamá se relacionan con sus hijos diariamente, es cada gesto, cada palabra y la forma como se dicen las cosas, aun las correcciones y castigos, lo que queda grabado en la mente y la personalidad de los hijos. El cerebro de los pequeños se va amoldando de acuerdo a cómo los tratan sus padres. Los padres deben elegir construir un hogar con fuertes simientes espirituales y de salud emocional porque será el máximo refugio para cualquier niño; caso contrario, buscará tener un sentido de pertenencia en otro hogar, otras personas o adicciones como las drogas, alcohol o redes sociales.

Entonces es necesario que los adultos que habitan el hogar se centren en trabajar las emociones positivas, en canalizar las negativas y sobre todo, enseñar sobre el amor de Jesús desde pequeñitos; solo así podremos decir: «Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor», que es la fuente del verdadero amor.

Queridos padres, como adultos, elijamos servir a Dios para tener un hogar lleno de amor con una buena salud mental.