Decir «adiós» no siempre es mutuo. Dar vuelta la página de una relación sentimental y seguir adelante sin mirar atrás es difícil. ¿Cómo superar un desengaño y adaptarse para continuar la vida?
Las bienvenidas y las presentaciones, por lo general, son felices. Volver a encontrarse con esa persona que no ves hace mucho. Llegar a un lugar donde te estaban esperando… o conocer a alguien que cambiará tu vida. Sin embargo, muchos de esos momentos tienen un final: volver a tu casa, que la visita se retire, que la relación con esa persona, que pensaste sería para siempre, se termine.
Decir «adiós» no siempre es mutuo. Muchos dudan de todo lo que vivieron antes de ese momento:
Podríamos cuestionarnos si alguna vez lo que sintió por nosotros esa persona fue real.
Incluso su conversación, todo lo que nos dijo durante nuestra relación, ¿fueron palabras sinceras?
Quizás te cuestiones si en verdad, en algún momento, fuiste feliz en esa relación.
Y finalmente, ¿qué cambió en esa persona o en ti para que todo termine así?
Sea como sea, algunas preguntas no tendrán respuesta. La única realidad es que la relación ha terminado. Está decidido. Y es momento de decir adiós. ¿Por qué? He aquí algunas razones para aceptar el término de una relación sentimental y poder avanzar:
No puedes sanar ni progresar en la vida si constantemente piensas en lo que perdiste.
Debes valorarte y enfocarte en las cosas positivas después de la pérdida. Algo bueno se puede aprender de casi toda experiencia.
Es una señal de madurez poder aceptar una separación, un fracaso, y seguir adelante.
Decir «adiós» no siempre es sencillo. No estamos acostumbrados a las separaciones, a las frustraciones o los fracasos. Pero entender que la relación ha terminado es importante. No es bueno seguir «mendigando cariño» de la persona.
Además, en el futuro, puede que debas relacionarte forzosamente con esa persona y lleguen a hablar bien, habiéndose perdonado, aunque cada uno continúe su propio camino. Hoy tienes que decir adiós, porque lo único que tienes es tu presente y, ese presente necesita sanar.
Cuando una relación ha terminado, y más si ha sido de dependencia emocional, es necesario tener en cuenta lo siguiente:
No llamar “ex” a esa persona, porque ya no es nada tuyo.
No considerarlo un enemigo. Aunque haya sido doloroso, no traigas a tu vida actual las experiencias desagradables con esa persona.
Trabaja en tus sentimientos. Dedica tiempo a tu felicidad, a tu autoestima.
Enfócate en aprender de lo bueno y de lo malo. ¿Qué puedes sacar de esta relación?
Busca ayuda profesional. Sería una buena forma de conseguir herramientas para seguir adelante.
«Quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen». (1 Timoteo 5:8, versión DHH online).
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