“¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” (Josué 1:9, Nueva Versión Internacional online)
Desde la postura cristiana bíblica, el hombre y la mujer fueron creados perfectos; por esta razón quizás los seres humanos hemos aspirado siempre a lo mejor, deseamos alcanzar nuestros sueños y objetivos. Y esta actitud es inculcada desde temprana edad en la mayoría de los hogares.
Es bueno incentivar este deseo por alcanzar lo mejor. Por eso, si repasamos algunos consejos bíblicos, encontraremos promesas maravillosas, como la de Deuteronomio 28:13: “El Señor te pondrá en el primer lugar, y no en el último; siempre estarás por encima de los demás, y nunca por debajo, con tal de que atiendas a los mandamientos del Señor tu Dios, que yo te ordeno hoy, y los pongas en práctica”.
Destacamos la condición para que se cumpla esta promesa: obediencia a los mandamientos de Dios. Por esta razón, al conducirnos hacia alcanzar nuestros objetivos, debemos revisar nuestra motivación y colocar nuestros ojos en Dios. Con esta base, vamos a compartir algunos consejos para incentivar el esfuerzo en nuestros niños.
Colocando la teoría en practica
1. Dios en primer lugar. El centro de un hogar cristiano es Dios, los padres deben enseñar a través de historias bíblicas y de su ejemplo el maravilloso plan que Dios tiene para sus hijos, un plan que consiste en proporcionar bendición a sus hijos. Los padres pueden contar sus experiencias y cómo ellos han visto a Dios como el principal apoyo a su esfuerzo. También deben mostrar a sus pequeños cómo, a lo largo de las historias bíblicas, se ve reflejada la bendición de Dios sobre su pueblo. Y así como sucedió en el pasado con ellos, lo hará hoy con ustedes como padres y con sus niños.
2. Identificar los objetivos a ser alcanzados. La comunicación con los niños es esencial. Es por medio de esta comunicación que podremos ayudarlos a identificar cuáles son los objetivos que ellos quieren alcanzar. Al conversar con los niños, los padres tendrán que orientar estos objetivos para que contribuyan a su crecimiento armonioso en el área física, espiritual e intelectual. Pueden escribir juntos o dibujar (en el caso de tener niños pequeños) sus objetivos. Así será más fácil para ellos visualizar y tener presente de forma tangible aquello que quieren alcanzar.
3. Planificación para alcanzar los objetivos. Al tener identificados los objetivos, el siguiente paso será ayudar en la organización de los mismos según la prioridad. Posteriormente se establecerán las actividades que el niño tendrá que realizar y el tiempo que le requerirá hasta alcanzar su objetivo. Es importante recordar que existirán objetivos de diferentes grados de complejidad; una tarea escolar, por ejemplo, requerirá menos tiempo que aprender a ejecutar un instrumento. La planificación se modificará dependiendo de la complejidad. Lo que no debería cambiar es el esfuerzo y empeño que ellos colocarán para alcanzar sus propósitos.
4. Enseñar a lidiar con los errores. Es normal que en medio del proceso de adquirir un aprendizaje o alcanzar estos objetivos existan errores, los que ocasionarán en algunas situaciones la desmotivación en los niños. Los adultos responsables deberán asumir una postura motivadora y no de castigo o reproche. Los niños deben entender que los errores pueden aparecer, lo importante es corregir nuestros errores y usarlos como impulso para lograr el cometido.
5. Intentarlo hasta conseguirlo. Como menciona un conocido refrán: “La práctica hace al maestro”. Por eso, perseverar es la clave para a alcanzar un objetivo. Incentivemos a nuestros niños a seguir esforzándose, tomados de la mano de Dios. Al dar su máximo esfuerzo, ellos alcanzarán el plan que Dios tiene para sus vidas.
No existe mayor incentivo que recordar esta promesa: “…yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11, ver cita online en su contexto). Es él quien conoce y sabe lo mejor para nuestra vida. Por eso, enseñemos a nuestros hijos a confiar y colocar cada plan en las manos de Dios y no olvidemos dar siempre nuestro mejor esfuerzo para conseguir nuestros sueños.
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