¿Cuáles son nuestros mayores sueños y anhelos para nuestros hijos? ¿Qué estamos haciendo para ver crecer a nuestros hijos de forma feliz?

Como padres anhelamos que nuestros hijos crezcan y se desarrollen de manera integral, aunque a veces parece que la niñofobia se apodera del mundo cambiante y agitado de los adultos, y en algunos casos desean tener hijos quietos, que no se muevan, que no se enfaden, que no lloren, que no se ensucien. Pero, estimados padres, ¿cómo podríamos saber si nuestro hijo está creciendo feliz? Pues bien, un niño feliz no estará quieto sentado en una silla, calladito y sin hacer ruido. Si has percibido que un niño pequeño está todo el tiempo sentado y sin jugar, ¡entonces deberías preocuparte! Un niño feliz necesita hacer ruido, saltar, reír…¡y jugar!.

Un niño que hace ruido y se mueve será más feliz que un niño que permanece sentado, sin jugar o sin relacionarse. Es importante considerar que los niños más movidos serán los primeros en jugar, en tener iniciativa para participar de las actividades, en equivocarse para aprender rápidamente de sus errores, tendrán una mente más abierta y activa que un niño que no quiere interactuar con su mundo exterior.

Es así, un niño que hace ruido, en muchos casos también puede desobedecer, enfadarse o entristecerse. Estas acciones a veces pueden causar molestia en el mundo de los adultos. Los padres deben recordar constantemente que deben ser la guía y apoyo fundamental de los niños. Algunos adultos parecieran sentir miedo de que los niños crezcan. Concéntrense en enseñarles normas para que estén seguros y para que aprendan una buena convivencia con los demás. La buena conducta puede estar vinculada a un juego libre en espacios abiertos y en el mejor libro natural creado por nuestro Creador. En la naturaleza los niños aprenden sobre límites, valores y respeto. Necesitamos paciencia, pero sobre todo, comprender las necesidades físicas y socioemocionales de los más pequeños en cuanto a su felicidad y al juego.

Si tienes un niño a tu alrededor que hace ruido, salta, habla haciendo muchas preguntas, juega, corre, se ensucia, ríe, te abraza… ¡Muchísimas felicidades! Tienes un niño feliz en tu vida. Solo queda entonces instruirlo en el camino de Dios… «y aunque fuere viejo no se apartará de él».