Como maestra, creo que al proveer asientos flexibles y confortables y otros medios para que mis alumnos se muevan sin pedir permiso y en orden, mientras trabajan y durante todas las horas escolares, logran liberar su energía, estar más felices, más cómodos y a gusto en su segundo hogar.

Por Yanina Fus Jiménez

Mucho ha cambiado en el campo de la educación en los últimos doscientos años. El plan de estudios, las maneras de organizar los pupitres en el aula, los métodos de aprendizaje, los libros, el aumento en la tecnología y el tipo de recursos utilizados en la educación.

Desafortunadamente, hay algo que no ha cambiado, y es el tiempo que los estudiantes tienen que sentarse cada día en la misma silla rígida.

Solo imagínate estar sentado por 4, 5, 6 ó 7 horas -como en muchos países- en la misma silla, cada día. Imagínate tener 7 años de edad y que te pidan que te sientes quietito mientras haces tu trabajo. Aunque por muchas generaciones esto ha sido normal, investigaciones actuales en el área de la importancia del movimiento mientras se estudia demuestran que los niños necesitan y se merecen moverse mientras estudian y, si eligen sentarse, que lo puedan hacer en sillas más cómodas.

Reportes recientes hablan de los peligros de sentarse por largos períodos de tiempo, aunque los educadores adventistas ya tenían el consejo de Elena de White al respecto. En Consejos para los maestros, ella escribe sobre la necesidad de desarrollar en los estudiantes “tanto las facultades físicas como las mentales” (p. 268). Todo esto me guió a considerar la integración de asientos y medios alternativos para mis estudiantes mientras estudian, hacen experimentos, leen y trabajan en sus tareas. Creo firmemente que “el trabajo diario sistemático debe constituir parte de la educación de los jóvenes” (p. 278). He decidido unirme a aquellos educadores que están cambiando la manera que los niños aprenden en las escuelas.

Los niños están más sedentarios que antes:

Sentarse por muchas horas es peligroso para la salud de los niños. Los defensores de la salud sugieren que los maestros y padres abran más los ojos a la cantidad de tiempo que los niños pasan sentados durante el día. La mayoría pasan sentados de seis a ocho horas al día entre la escuela y sus hogares. Los niños sí tienen momentos en los que se les da tiempo para moverse durante el recreo y las clases de educación física, pero a veces eso es todo el movimiento que el niño tiene en la mayoría de los casos. Si los niños y los adultos no se mueven frecuentemente durante el día, los riesgos de enfermedades como la diabetes, la obesidad, los problemas cardíacos y otros problemas en el sistema metabólico se acrecientan.

Visualiza ahora un típico salón de clases. ¿Qué hacen los estudiantes? Todos están sentados mostrando el mínimo movimiento, porque de otra manera sería de distracción al resto, dice James Levine, codirector de la Clínica Mayo y de la Universidad de Arizona por la Iniciativa contra la Obesidad. El autor del libro Get Up! Why Your Chair Is Killing You and What You Can Do About It, habla de todos los riesgos que sentarse prolongadamente acarrean a la salud. Sus investigaciones muestran varios cambios que toman lugar en la fisiología –en los músculos y células— después de sentarse por mucho tiempo. Y lo resume, diciendo: “la inactividad no debería ser una manera de vivir.”

Espero sus comentarios y reacciones aquí debajo. En la segunda parte de este artículo les contaré cómo intento solucionarlo.

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