
Con calidad educativa nos referimos a los efectos relacionados con el proceso de formación que se llevan a cabo en las instituciones, y que son positivamente valorados por la sociedad.
Un sistema educativo de calidad se caracteriza por:
Una buena calidad educativa se alcanza cuando los procesos satisfacen las necesidades del individuo y de la sociedad en general. Esto se logra si los recursos son suficientes y además están aprovechados de manera adecuada para que la educación sea equitativa y eficaz. Innovar es parte del proceso, respondiendo a las necesidades de una sociedad en permanente cambio cultural, científico, tecnológico, etc. lo que exige a la escuela formar a sus alumnos para el futuro. Bajo esta realidad debemos tener en claro que la calidad educativa es un concepto relativo, ya que ella será relativa a los estándares existentes, no es un concepto estático sino que indica e implica perfeccionamiento, mejoras, logro de metas… no es perfección. Es así que solo desde una reflexión permanente y de una innovación constante se puede conseguir una educación de calidad que responda a las necesidades y demandas de la comunidad escolar.
4 indicadores que nos permiten visualizar si los resultados son de calidad:
PROCESO + PRODUCTO + APRECIACIÓN = RESULTADOS
Como docentes debemos tener presente que mejorar la calidad educativa depende de entender que es necesaria la participación decidida y entusiasta de todos los actores educativos. No requiere un cambio radical en nuestro trabajo, sino que significa un proceso de mejora continua, siendo consecuentes y teniendo certeza de lo que se quiere lograr. Alcanzar una calidad integral significa asumir una actitud y acciones de mejora.
El Señor nos ha dado talentos y sobre ellos nos pedirá cuenta, esforcémonos de tal manera que cuando Él regrese nos pueda decir: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25:23
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