“El cristiano es un representante de Cristo. Ha de mostrar al mundo el poder transformador de la gracia divina. Es una epístola viva de la verdad de Dios, conocida y leída por todos los hombres. La regla que dio Cristo para determinar quiénes son sus verdaderos seguidores es: ‘Por sus frutos los conoceréis’” (Reflejemos a Jesús, versión online).
Generalmente reconocemos a los árboles por sus frutos, por la corteza, o por el tamaño y olor de sus flores y hojas. La mayoría de los árboles dan frutos, pero no todos son comestibles. Existen también árboles frutales que no dan frutos o tardan un poco más del tiempo normal para hacerlo.
En la Biblia encontramos un pasaje bastante interesante en el que Jesús mostró su enojo porque al buscar fruto en una higuera, no lo halló. El relato se encuentra en Marcos 11:12-14 (RVR 1960 online). De este episodio de la vida de Jesús, podemos extraer varias lecciones interesantes para nuestra vida. En este caso resaltaremos solamente una de ellas que puede servirnos en nuestra tarea docente.
Todo educador debe tener algún fruto en su vida cotidiana. Los educadores que no producen ningún fruto son como árboles infructuosos y pierden su valor y su existencia no tiene razón de ser.
El pasaje que se encuentra en Gálatas 5:22-23 nos recuerda cuál es el fruto del Espíritu que debemos reflejar: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (RVR 1960 online). ¿Te has preguntado porqué dice el fruto del Espíritu (en singular), si en realidad se menciona una lista de aparentes frutos? Porque el Espíritu Santo puede producir en nosotros el único fruto verdadero: que nos parezcamos a Cristo, nuestro Maestro supremo.
Repasemos un poco las características de ese fruto que todo docente debe reflejar, no solamente en la sala de clases sino en su vida cotidiana:
En Jesús, el Maestro, todas estas características del fruto del Espíritu se manifestaron a cabalidad, en perfecta armonía y unidad. Por eso es que el apóstol Pablo nos aconseja “Sed imitadores de mí, como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1, RVR 1960 online). Seamos imitadores del gran Maestro para que el fruto del Espíritu Santo se vea reflejado en nuestra vida.
Amén eso es verdad