Lo que yo pienso de mí está influenciado por lo que los otros piensan de mí y lo que yo pienso que los otros piensan de mí.
La imagen y opinión que un niño tenga de sí mismo está íntimamente relacionada con la opinión que los padres y docentes tengan acerca de él y de cómo se lo manifiestan. De esta manera se va forjando un autoconcepto cognitivo.
Para que la influencia hacia el niño sea positiva y mejore su autoconcepto cognitivo y emocional, hay que tener en cuenta algunas acciones y palabras que no deben faltar:
Tiempo: Aparta tiempo para estar con él. Dedícale tiempo de calidad.
Corrección: Marca sus errores desde el amor.
Responsabilidad: Fomenta su autonomía y confianza dándole responsabilidades.
Comparación: Recuerda que cada niño es único y valioso, no lo compares con otros niños.
Etiquetas: Que las etiquetas de cada niño sean palabras dulces dichas con el corazón. Con equilibrio, no lo lleves a las nubes del ego ni lo hundas en el fondo de la desvalorización.
Expectativas: Cada niño necesita tener objetivos de vida, ayúdale a buscar aquellos que estén acordes a su edad, a sus habilidades y posibilidades. Las expectativas deben ser realistas.
Esfuerzo: No siempre llegarán a los resultados esperados. Cuando eso ocurra valora el proceso y su esfuerzo. Hazle ver que estás orgulloso de sus logros.
Emociones: Es muy importante demostrar que respetamos y valoramos la expresión de sus emociones.
Protección: Estar atentos a eventuales peligros y sus necesidades es una función propia de los adultos. Sin embargo, no debemos sobreprotegerlos pues formaremos niños inseguros y dependientes.
Transmisión: Brinda amor, seguridad y confianza.
Recuerda que todo lo que le decimos al niño, lo que le demostramos y lo que siente guiará su comportamiento. Decidirá su conducta en función de lo que cree, piensa y siente.
Como docentes cristianos debemos ocuparnos y preocuparnos por que cada niño conozca al Dios que tiene el mejor concepto de nosotros y nos conoce más que nadie. Procuremos que esa sea la mayor influencia en el desarrollo del autoconcepto.
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