La fase de la adolescencia tiende a ser la más difícil de todo el ciclo de la vida. Muchos adolescentes causan problemas en la familia, en el colegio y en la comunidad, y, sobre todo, sufren con eso.
Al mismo tiempo, el adolescente se caracteriza por aspectos muy positivos que, si son adecuadamente dirigidos, se transforman en beneficio para todos. Enumeramos siete problemas, muy comunes, que pueden surgir a partir de los 11 o 12 años de edad, y sugerimos algunas opciones para que el adulto apoye al adolescente en sus dificultades.
Ideas:
Autoestima. El complejo de inferioridad y la baja autoestima son muy comunes en los adolescentes. Los resultados se demuestran en el poco rendimiento escolar. Aparecen problemas con el estado de ánimo, relaciones interpersonales e incapacidad para desarrollar tareas y responsabilidades. Los padres, profesores y adultos, en general, necesitan tener cuidado para no desvalorizar la capacidad y las conquistas del adolescente. Los comentarios positivos, hechos de manera informal e indirecta, surten efecto especial en el adolescente.
Interacción familiar. La dinámica familiar tiende a cambiar radicalmente cuando los niños llegan a la pubertad y a la adolescencia. En ese período, los padres deben revisar el método de orientación de los hijos. El estilo autoritario, que tal vez haya funcionado en la edad infantil, fracasa en la adolescencia. Lo mejor es sugerir, consultar, opinar, porque el adolescente se rebela ante las imposiciones y puede tomar rumbos indeseables. La advertencia es necesaria, no obstante, en los aspectos que los padres consideran fundamentales. Se debe exigir, con tacto y mucho cariño, el debido respeto del adolescente.
Rendimiento académico. Es muy común que el adolescente pase por crisis social o emocional, que promueve la oscilación en los resultados escolares. Los padres deben procurar acercarse al adolescente para ofrecer apoyo en los momentos de desánimo, desilusión o cuando se involucran en actividades que los alejan de los estudios. Con paciencia y perseverancia, deben recordar a los hijos que las tareas escolares son prioritarias. Es también de gran ayuda mantener constante contacto con los profesores que asisten al adolescente. Como los conocimientos que se van adquiriendo se vuelven más complejos en esta etapa, los adolescentes también necesitan progresar en su método de estudio y organización personal. Pero, ¡atención! Aunque su hijo o su hija haya pasado por una ligera caída del rendimiento escolar, no quede muy molesto. Es más importante conservar la relación, pues, en la mayoría de los casos, la tempestad pasa.
Los amigos. En la pubertad y la adolescencia, el grupo de amigos ejerce una gran influencia. No es necesario tener tanta preocupación con eso, pues las amistades contribuyen al equilibrio afectivo. El grupo es el espacio en que los jóvenes se sienten aceptados, pueden hablar de sus cosas y de su estilo. El real riesgo está en los valores y principios del grupo, cuando son claramente antisociales o inmorales. En ese caso, los padres deben conducirlos a otros círculos que ejerzan un efecto benéfico sobre su desarrollo integral.
El uso de sustancias tóxicas. En prácticamente todos los contextos sociales, la adolescencia es una fase de experimentación. Es probable que deseen probar un cigarrillo, bebidas alcohólicas, drogas, juegos de azar o sexo por internet. Para no enviciarse con eso, el joven necesita sentirse bien consigo mismo. Debe superar el sentimiento de inferioridad o el deseo de ser como los demás. Los buenos amigos y compañeros que ofrezcan alternativas de entretenimiento saludable son una buena alternativa. Los padres deben estar atentos para que los hijos reciban de su parte suficiente afecto, tiempo y dedicación, además de apoyo social.
La sexualidad. La fase de la adolescencia trae consigo el despertar hormonal y afectivo, con la consecuente atracción sexual. Los niños y las niñas necesitan recibir una buena formación sobre el tema y sus implicaciones, responsabilidades y principios involucrados.
Valores y principios. La adolescencia es una encrucijada en la que el individuo hace muchas preguntas. Los adolescentes están en busca de lo que es justo y duradero. Los padres necesitan saber transmitir, de forma amable y persistente, valores de real importancia. Pero no se desespere. Es natural que el adolescente tenga la tendencia de mirar más a otras personas, a fin de con ellas aprender, sea por sus palabras o conducta. El adolescente tiende a seguir por el resto de la vida los valores que observa en el ambiente doméstico. Por lo tanto, es responsabilidad del adulto ofrecer un buen ejemplo para los más jóvenes.
Autor: Julián Melgosa
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