Entre los factores a los que se puede atribuir el bajo rendimiento escolar están cuestiones de índole familiar, psicológica y/o ambiental o social.
¿Qué hacer para evitar el bajo rendimiento escolar? Como padres, ¿qué medidas podemos tomar? Como docentes, ¿qué podemos hacer desde nuestro lugar?
Es indiscutiblemente importante el acompañamiento de los padres. ¿A qué nos referimos con acompañamiento? Desde temprana edad, los padres deben estar atentos, en un primer momento, para crear en el hogar un ambiente agradable para el estudio, proveer de lo necesario para facilitar las tareas escolares, gerenciar los recursos que los hijos van necesitando durante su escolaridad, fijarse que tengan todos los útiles escolares, que la mochila esté completa, que no les falten los libros, el uniforme, llegar a hora a la escuela, no faltar a clases por motivos injustificados, subrayar con ellos las tareas, ayudarle con los recortes de diarios y suplementos, buscar juntos la información que les hace falta, sacarles de duda cuando tengan alguna… Todos estos son pequeños detalles que podemos tener en cuenta para el acompañamiento.
Muchas veces, la falta de espacio para el estudio o la falta de materiales para realizar las actividades escolares crea cierto desgano o desinterés en los alumnos. Los padres tienen la obligación de acercarse al docente, preguntar en qué pueden ayudar; si la maestra da alguna recomendación de llevar al niño al psicopedagogo u otro especialista que su hijo requiera, realizar la consulta correspondiente con el profesional. Un diagnóstico médico será de gran ayuda para la maestra, de tal manera que pueda encarar mejor el ritmo de aprendizaje de su hijo/a.
De esa manera, el niño se verá acompañado por sus padres, sentirá que la responsabilidad de su educación es compartida, también deben motivar a sus hijos en cuanto a las calificaciones; obviamente no promover “el alumno destacado” por la mera nota, sino tener en cuenta cuando su hijo logra sobresalir en algo, cuando tiene algún logro académico, artístico, científico o deportivo, cualquier área en la que el chico se destaque, valorar esas cualidades y habilidades.
El docente desde su lugar, también puede proveer los medios necesarios para que “ese” alumno que más lo necesita, pueda tener la contención necesaria.
Es sabido que las familias, hoy día, son muy disfuncionales. Los padres por un lado y los hijos por el otro. Hay padres que ni leen los avisos que envía la maestra, no se enteran de lo que sucede en la escuela, no revisan los cuadernos, no repasan las lecciones con sus hijos cuando hay alguna prueba. Así que la responsabilidad del docente es aún mayor.
Debemos caminar con y por nuestros alumnos la segunda milla y seguir ayudándoles en su crecimiento, no solo académico, sino también en lo emocional y espiritual, y así brindar contención al chico para enfrentar la vida escolar.
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