“Todo el que recibe de mi parte a un niño pequeño como este me recibe a mí, y todo el que me recibe, no solo me recibe a mí, sino también a mi Padre, quien me envió” (Marcos 9: 37, NTV online).
Se denomina frustración a ese sentimiento desagradable que se produce cuando las expectativas de una persona no se ven satisfechas, al no poder conseguir lo pretendido. Es una respuesta de tipo emocional, que tiene origen en un conflicto de carácter psicológico ante alguna circunstancia o evento no gestionado.
La frustración genera un sentimiento de impotencia, angustia y tristeza tras un fracaso. Por lo general, todos pasamos por ciertas frustraciones en algún momento de la vida, provocadas por no poder cambiar o conseguir algo. Pero depende de cómo las enfrentamos para seguir adelante.
Citamos algunas causas de frustración, especialmente en los niños:
Son muchas las situaciones que quizá, como adultos, nos parezcan insignificantes; pero la mente de los niños es más sensible a pequeños momentos, en los cuales pueden sentirse de menos o excluidos de tal o cual evento y esto le resulta frustrante.
En cuanto al apoyo de los padres y docentes, es importante tener en cuenta:
Como padres, muchas veces queremos allanar el camino de nuestros hijos, pensamos que estamos evitando que tropiecen o que se lleven alguna desilusión, sin embargo, eso no está bien. Debemos dejar que ellos cometan sus propios errores y como padres o docentes, estar allí para brindar el apoyo y la contención que necesitan.
En la Palabra de Dios, encontramos varios ejemplos de personas que se frustraron; profetas que pensaron en la muerte, reyes que no tuvieron todo lo que querían, discípulos que estuvieron cara a cara con el Maestro, pero que llegado el momento pusieron en duda su fe y todo lo aprendido.
Agregando a lo anterior, todos en algún momento pasamos por frustraciones, dar soporte a los más pequeños es responsabilidad de los adultos, teniendo siempre presente que Dios está a nuestro lado para brindarnos su apoyo incondicional.
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